Según explicaron los dos a este mismo periódico hace apenas un mes, la idea de realizar este viaje venía de lejos cuando hace dos años un problema de logística mientras participaban en el Festival Primavera de Cuentos les impidió hacerlo. «Cuando actuamos en La Habana el grupo que coordina Yanisleidis Reyes ya nos propuso unirnos a ellos pero no pudimos cambiar los billetes de vuelta a tiempo y se nos quedó una espinita clavada», narraron aquel día.
Y dicho y hecho. El jueves 12 de marzo por la mañana, aún con el jet lag propio de un viaje de 12 horas de avión, ya les estaba esperando un autobús o gua gua para llevarles durante 15 horas hasta la ciudad oriental de Báyamo, capital de la provincia de Granma, a la que llegaron a primera hora de la mañana. Rápidamente, sin casi tiempo, a las 09,00 horas fueron presentados a las autoridades locales y tras hacer entrevistas para la radio y el periódico local, reanudaron su marcha hasta Bartolomé Masó, localidad famosa por su procesadora de azúcar y café. Allí, y de nuevo casi sin parar, subieron a un camión de guerra para poder llegar, después de cuatro horas, al corazón de Sierra Maestra, punto de final del viaje y comienzo de sus actuaciones.
Finalmente, fue en la pequeña localidad de Piñonal donde esperaban a David y Momma los 24 miembros de Guerrilla de Teatreros por las Montañas y donde, casi sin cambiarse y ni ducharse y con todas las horas de viaje a sus espaldas, hicieron su primera representación. «Fue muy estresante y muy divertido al mismo tiempo porque aunque hicimos nuestro número estrella, la historia de los conejos Bruno y Grimaldi, sin conocer a la compañía y con todo el cansancio acumulado, finalmente al ver la sonrisa de todos los asistentes comprendimos que el esfuerzo había valido la pena», explicó ayer David Novell.
Aquel primer número fue el inicio de otras muchas actuaciones que les llevaron por pequeños pueblos remotos, sin luz, sin agua y por supuesto sin internet, como Caney de las Mercedes, El Jíbaro, o Providencia, y que dejaron en su corazón una huella imposible de borrar. «Hemos vivido ochos días a un ritmo muy intenso, viajando en un camión muy incómodo y muy divertido, prácticamente con tres actuaciones diarias, comiendo frigoles con arroz casi todos los días, y lavándonos en los ríos pero la convivencia con los miembros de La Guerrilla y con los habitantes de la zona ha sido tan increíble que no lo olvidaremos nunca», explica con una gran sonrisa el propio David Novell.
«Su mayor riqueza es su gente»
De hecho, estos dos clowns aseguran que han descubierto cosas y aspectos de la vida casi olvidados en nuestra civilización. «El no tener televisión o internet hace que las relaciones personales sean mucho más intensas, que haya mucho más tiempo para compartir experiencias entre unos y otros, y que te des cuenta que en Eivissa hemos perdido la sana costumbre de sentarte a pasar el tiempo en torno a un buen café, un vaso de ron y una buena conversación», aseguran.
Algo que les ha servido también para darse cuenta de varias cosas. Una, del gran nivel que tienen los actores de Cuba –en este grupo había clowns, magos, actores de pantomima o comediantes de monólogos y el Gobierno obliga a ensayar un número de horas a la semana y a estrenar una serie de obras al año–, y «de que la mayor riqueza de Cuba es su gente y el amor que desprenden».
Esto, unido a que David y Momma impartieron unos pequeños talleres a los miembros de La Guerrilla de Teatreros por las Montañas, ha hecho que ambos ya estén pensando en cómo pueden hacer para regresar. «Hacía muchísimo tiempo que no estaba en un lugar en el que cuando me despedía de su gente ya pensaba en el momento en que volvería a verlos», explica Novell. De momento, esta pareja de clowns ya han dejado su huella en los colegios de Sierra Maestra en forma de cuadros con los dibujos que hace Momma de los conejos Bruno y Grimaldi.
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