La Policía Local de Eivissa advirtió varias veces al acusado de que podía cometer un delito.

Era una tienda y no un bar pero su propietario lo explotaba como tal utilizando como reclamo la música con las puertas abiertas y a todo volumen. Incluso, la Policía Local de Eivissa detectó en sus mediciones superaban ampliamente los decibelios permitidos a establecimientos de la zona que sí tenía licencia para ejercer esta actividad. Pesa a los distintas advertencias y precintos, el comerciante siguió haciendo lo que le dio la gana.

La juez que debía resolver sobre esta cuestión ha condenado a seis meses de prisión por desobediencia a dicho empresario, un italiano procedente de Sicilia que, según sus palabras, llevaba cinco años trabajando por temporada en la isla. Su local, un tienda de ropa, bisutería y recuerdos enclavada en la calle de la Virgen, funcionaba hace dos años sin limitado de sonido y sin ningún permiso para disponer de música tal y como la empleaba el acusado. «Se el avisó varias veces pero no hacía ni caso. Hubo bastantes quejas vecinales en sa Penya. El equipo de música que utilizaba era mucho más potente que el que tienen los que sí son bares», explicó uno de los agentes locales de la unidad de Medio Ambiente que intervino al recibirse las denuncias contra el citado establecimiento .

La primera intervención policial que consta en la causa se refiere al 30 de junio de 2006, fecha en la que se instaló el primer precinto y en el que se advirtió al acusado que podía incurrir en un delito si lo vulneraba. El 15 de agosto de se mismo año llegó la segunda sanción y la escena se repitió el 7 de octubre. El acusado asegura que el año pasado dejó ya de regentar el local. «Pensé que todo era una cuestión administrativa y pagaba mis multas. No soy ningún criminal», dijo el sospechoso al concluir su juicio.