Un vecino de Sant Antoni de 31 años que trabaja como auxiliar en tareas de seguridad cuando el pasado 17 de febrero intentó acabar con la vida de su pareja ha sido condenado a dos años y medio de prisión. La Audiencia Provincial le impone esta pena, frente a los ochos de cárcel que pedía el fiscal, al valorar no sólo las escasas lesiones que sufrió la víctima y la falta de fuerza del acusado por una enfermedad degenerativa que padece sino también al considerar la posibilidad de que la misma dolencia y su medicación hubieran alterado la personalidad del presunto homicida. Según la sentencia, se considera acreditado que éste primero intentó acuchillarla y luego estrangularla, teniendo destreza para ello pero no fuerza.
Discusión
El acusado sólo reconoció haber pasado por el estómago de su pareja un cordón de una cortina que estaban instalando como «ocurrencia» que ideó para evitar que ésta se marchara de casa tras una simple discusión entre ambos. El tribunal, pese a esta declaración, da mayor validez a lo manifestado por la víctima. Dicha persona aseguró que en la tarde del 17 de febrero se hallaba dormida y que se levantó al ser reclamada por su pareja. El acusado la sorprendió con un cuchillo de grandes dimensiones con el que la atacó tras decir: «quiero ver como corre tu sangre por el suelo» cuando la víctima intentó coger un teléfono. Momentos después, ambos caían a un sofá en el que el sospechoso, valiéndose del cordón de una cortina, intentó estrangularla. De ambos ataques logró zafarse la afectada, quien en pijama y zapatillas corrió a la calle y pidió ayuda a una conductora con la que se encontró y a quien le pidió que leallevara a casa de sus suegros.
El examen médico realizado horas después del suceso tanto a la víctima como al detenido también revelaron que las heridas que presentaron ambas eran compatibles con el forcejeo que ambos, según el fallo, habían tenido en el sofá. «Las limitaciones derivadas de su enfermedad explica y dota, al mismo tiempo, de sentido y lógica la versión de la víctima en relación a la mayor facilidad que tuvo para desarmar al acusado, dando un simple manotazo y desasirse de él cuando forcejeaban en el sofá», explica la sentencia.
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