La familia de Margalida Bestard busca aún pistas que puedan aclarar el misterio sobre la desaparición de esta mujer.

Àngeles Arroyo desapareció en Palma en noviembre de 1996 y Margalida Bestard, de 72 años, lo hizo en la también mallorquina localidad de s'Arenal en octubre del año pasado. En la vida de ambas mujeres figura un mismo individuo que ha sido relacionado en ambos casos con sus desapariciones: Antonio S., un obrero de la construcción especializado en trabajos de albañilería, fontanería y electricidad que vivió y trabajo en Eivissa.

La familia de Àngeles Arroyo considera al sospechoso un «auténtico psicópata». Sin embargo, hasta la fecha, pese a los indicios, la ausencia de un cadáver y de pruebas determinantes, Antonio S. ha salido airoso de todas las líneas de investigación que han llevado hasta su persona.

Margalida Bestard fue vista con vida la última vez después de cobrar a sus inquilinos y tras recibir un cheque de 5.000 euros de uno de sus arrendados. Durante la jornada se supone que se vio con Antonio S., persona con la que se cree tuvo una fuerte discusión a causa de un recibo y de que ambos se citaron para verse más adelante. Desde entonces no hay ninguna pista sobre su paradero.

El caso de Àngeles Arroyo es igual de inquietante. Esta mujer tenía una hamburguesería, un local de futbolines y un almacén en la zona de Cala Major. «Antonio S. había alquilado un local en la misma zona donde vendía souvenirs. Un vecino dijo que ella entró en este sitio y desde entonces ya no se ha visto más», explicó en su día un representante de la familia.

La denuncia de su desaparición se formalizó una semana después porque la hija que la presentó estaba en Eivissa, la isla donde también se ha establecido en varias ocasiones Antonio S. y a quien su último paradero se da ahora en Mallorca. Según la hipótesis de la familia, Àngeles Arroyo desapareció después de que ella responsabilizara a su nuevo «vecino» de los destrozos en una jardinera. Antonio S fue detenido en 1997 y estuvo durante un tiempo preso. Tanto la Guardia Civil como la policía han seguido varias veces su pista. Se le considera un hombre «muy frío y calculador». De él se cuenta que en los interrogatorios, llegó a espetar a un oficial de la benemérita: «Vete a Boston, tus métodos están anticuados».