No se inmuta ni cuando habla de «La Paca». El jefe antidroga de la Guardia Civil, el capitán Francisco Martínez, es metódico como Kurt Wallander, el personaje de Henning Mankell. Pero él lleva tricornio y se siente más a gusto si se le compara con Toni Romano o Celedonio, que por algo son españoles. En tres años ha asestado los golpes más sonados al narcotráfico en Balears y ahora se marcha a un nuevo destino tras engullir su última presa: Son Banya.
La conexión ibicenca
El equipo del Equipo de Delincuencia Organizada Antidroga de Eivissa (Edoa) se ha distinguido también en lucha contra el narcotráfico. La operación «Rompedor» se saldó con 21 detenidos en la isla, Madrid y Córdoba. Los agentes del Edoa también descubrieron que la isla estaba siendo el trampolín de una buena parte de la cocaína de la que se abastecía el clan de «La Paca», al que muchos también relacionan con sa Penya. En la operación Kabul, con la que se desarticuló al citado clan den Son Banya (45 detenidos), se desarrolló en Eivissa con el arresto de un vecino de Santa Gertrudis, considerado el principal distribuidor de la red. En la imagen superior, la droga y el dinero decomisado en Eivissa.
-¿Qué se siente al decapitar a «La Paca» y su clan?
-Lo mismo que al acabar con otra organización importante de narcotraficantes. Fue una investigación difícil y larga, ocho meses en los que nos jugamos mucho. Pero salió bien y están todos en prisión.
-¿Por qué era tan difícil acabar policialmente con ellos?
-La diferencia de ese clan con otros es que apenas hablaban con teléfonos móviles o fijos entre ellos. Sabían que los teníamos todos controlados y eran muy listos. Se veían cara a cara, bis a bis, nada de móviles.
-¿A quién despertó usted el día del asalto a Son Banya?
-A «La Guapi», la hija de «La Paca».
-¿Qué fue lo primero que le dijo?
_Me miró y me gritó: «¡Perro, más que perro!». Estaban tan confiados que nunca se pensaban que íbamos a entrar en sus casas. Fue una sorpresa total porque tenían el sentimiento de inmunidad.
-¿Y existía esa impunidad?
-Por parte mía o de mis hombres no. Es cierto que «La Guapi» o «La Paca» hablaban con policías e incluso con guardias civiles, pero eso no significa ser intocable. No hay nadie intocable.
-¿Por qué siempre caen los pequeños camellos y los jefes se enriquecen obscenamente?
-No siempre es así. En las grandes operaciones contra el hachís y la coca hemos llegado a los jefes de la Península. Casi siempre se trata de bandas internacionales y para llegar hasta el final es muy complicado: muchos meses de investigaciones, viajes, seguimientos...
-¿Qué opina de los pactos masivos a los que llegaba antes la Fiscalía en juicios por narcotráfico?
-Personalmente soy partidario de pactos individualizados, nunca generalizados.
-Si por ejemplo la Guardia Civil coge un barco con 3.000 kilos de hachís, ¿cuántos que no ven entran por otros sitios?
-Por regla general se interviene entre un 15% y un 20% de lo que realmente está entrando. Así son las cosas.
-¿Nos sorprenderíamos mucho de la gente famosa o que sale en los medios y que consume drogas habitualmente?
-Más de lo que se imagina. Pero consumir no es un delito y no se les puede detener.
-¿Qué opina cuando después de meses de investigación consiguen apresar a un 'narco' y al poco tiempo el juez lo deja en libertad?
-Siempre respetamos las decisiones judiciales, nos gusten o no. Yo cumplo con mi trabajo; los jueces con el suyo. Es cierto que hay un problema con el tráfico de hachís. Se considera droga blanda y si metes 7.000 kilos te cae una pena no muy grande. En cambio, el 'narco' ha obtenido unos beneficios de 6 ó 7 millones de euros. Si a un 'correo' de la 'coca' de pillan dos kilos se pasa muchos años en prisión y se la ha jugado por sólo 3.000 euros. No hay un equilibrio
-¿Cómo se mantiene a un confidente?
-Hay que cumplir el reglamento: darlo de alta, asignándole un número secreto, y luego el Estado puede recompensarlo.
-¿Nos sorprenderíamos de la identidad de algunos de ellos?
-Mucho.
-¿Cuál es el futuro del narcotráfico?
-Hemos de evitar que Balears sea entrada europea del hachís. Se pueden arraigar bandas y hacerse cada vez más violentas. También hay que vigilar la ruta del Mar Rojo.
-¿Viven tan bien los capos como Al Pacino en «El precio del poder»?
-Hay algunas mansiones que son de alquiler. Pero sí, algunos viven como en la serie «Sin tetas no hay paraíso». Los gitanos son distintos: casas muy sucias con electrodomésticos carísimos.
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