Conoció a Tomás A.R., en un bar de Sant Joan. La humilló nada más verle y luego la invitó a cenar con un grupo de amigos para más tarde llevarla a una casa que, según le dijo a una de sus pupilas, pertenecía a un hombre al que había curado de cáncer. Pasada la medianoche, y después de desnudarse varias veces, tuvo que acostarse en una cama con otra chica y ambas fueron penetradas por el hombre que le pidió que confiara en él. Tenía entonces 14 años y sufría problemas de anorexia.
Este es el testimonio de una de las últimas jóvenes que presentó denuncia contra Tomás A.R., el supuesto mentalista manchego tildado como el 'Brujo' al que una quincena de jóvenes han acusado de agresiones y abusos sexuales en Eivissa y Valencia. Dichas manifestaciones se encuentran incorporadas a la causa que hay contra el sospechoso, persona que días atrás se decidió a declarar ante el juez y que clamó por su inocencia asegurando que tenía que ser víctima de un complot por parte de las chicas cuyas manifestaciones le han llevado a la cárcel a la espera de juicio.
La víctima de este caso afirmó en el juzgado que durante diez años estuvo «vigilada» por el 'Brujo' y que durante este tiempo tuvo que yacer al menos cinco veces con el mentalista. La joven señaló que lo hizo porque, pese a sus reticencias, Tomás A.R le dijo que todo era necesario para que no sólo ella se curara sino también para que sanaran sus padres y un tío suyo, también, según él, afectados por dolencias importantes. El 'Brujo', siempre según este mismo testimonio, le explicó que debería considerarse una de las «elegidas» y le hizo creer que compartiría con ella parte de sus poderes.
De hecho, la denunciante relató que Tomás A.R. le imponía sus manos en el estómago y que le veía cerrar los ojos y hacer gestos como si estuviera traspasándole sus poderes. El acusado, que le regaló distintos talismanes, también le habló de Egipto y de sus experiencias en este país.
Durante los últimos años, y antes de irse de Eivissa, afirmó que el sospechoso aprovechaba cualquier oportunidad pare recordarle que iba a morir pronto y que él tenía el deber de curarla.
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