Heinrich Kieber, el hombre que entregó a la Hacienda alemana las listas de cientos de defraudadores con cuentas bancarias en Liechtenstein, fue denunciado en Palma en 1996 por una estafa realizada en la ciudad.Según publicaba ayer 'La Vanguardia', Kieber tuvo que testificar ante un juez barcelonés por una estafa en la compraventa de un piso por 63 millones de pesetas (378.000 euros). En 1996, Kieber pactó la compra de un dúplex situado en la zona alta de la ciudad propiedad de una familia que abonó con un cheque sin fondos.
Cuando los estafados se dieron cuenta, comprobaron que Kieber ya había revendido la vivienda a un tercero, un vecino de la misma escalera, por un precio sustancialmente menor. Al parecer, Kieber era reincidente, ya que en el proceso de instrucción aparece también otra denuncia por una estafa similar supuestamente efectuada por él en Palma en las mismas fechas.
Tras ser detenido, interrogado y puesto en libertad en 1996, Heinrich Kieber volvió a su país natal, Liechtenstein, donde entró a trabajar para el banco LGT, entidad en la que se hizo con un CD con datos de cientos de millonarios defraudadores al fisco que luego vendió a los servicios secretos alemanes por cinco millones de euros.
Tela de araña
La trama de evasión fiscal ha traspasado las fronteras de este pequeño principado para extenderse como una tela de araña por una decena de países desarrollados. Entre ellos se encuentran Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Australia o España, cuyas autoridades investigan ahora la implicación de algunos de sus ciudadanos. Sin embargo, desde Liechtenstein se critica los medios con los que se obtuvieron estas informaciones y se difundieron desde Alemania, por lo que la Fiscalía investiga si se revelaron secretos empresariales.
El escándalo estalló a raíz del cese del jefe del servicio postal de Alemania hace diez años por desviar su dinero a distintos paraísos fiscales. Berlín decidió cortar de raíz el problema y su servicio de inteligencia inició una investigación que concluyó recientemente con la compra por unos cuatro millones de euros de una lista de cuentas de ahorristas extranjeros a un espía interno en un banco de Liechtenstein.
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