JUAN POYATOS
La decisión del Juzgado de Menores número 2 de Palma de internar en el centro socioeducativo de Es Pinaret (Marratxí) a los dos hermanos de 14 y 17 años acusados de la muerte en Palma del adolescente guineano Eusebio Ebulabate, ha concitado a la opinión pública hacia el único centro autorizado para internar a menores en régimen cerrado en todo el territorio balear, incluidos los jóvenes problemáticos de las Pitiüses.

Es Pinaret depende del Govern y en sus instalaciones, que ocupan 12.600 metros cuadrados, trabajan 60 personas entre educadores, seguridad, mantenimiento y administrativos.

En el centro cumplen medidas judiciales de régimen cerrado, semiabierto o abierto un máximo de 38 internos. Dispone de piscina exterior, aulas, talleres, granja, oficinas, zonas polideportivas. Este centro se inauguró en 1984 y en su origen disponía de 100 plazas, luego pasó a 24 y actualmente acoge a 38.

Es Pinaret acoge a jóvenes por orden judicial y en principio no está diseñado para chicos con problemas psiquiátricos, aunque, al no existir ningún centro en las islas con esta especialidad, de momento también son internados allí.

Pese a su carácter fundamentalmente cerrado, el 90% de sus internos disfrutan de posibilidades de cierta libertad. Son frecuentes las salidas terapéuticas, algunas excursiones o visitas, las salidas por estudio o las salidas de fin de semana.

El cambio más radical en Es Pinaret se produjo en 2000, cuando la Ley del Menor amplió la edad penal de los 16 a los 18 años, lo que aumentó enormemente la afluencia de internos. Varios expertos se han opuesto a esta situación, manifestando que los jóvenes de entre 16 y 18 años deberían ser ingresados en un módulo de menores de la prisión provincial. «Por el bien de ellos y de los más pequeños», dicen los especialistas.

El centro está organizado en tres 'hogares' de 8 plazas y un 'hogar' denominado Pont. En este último, los chicos están en su fase más próxima al régimen abierto y sus responsabilidades y privilegios aumentan. Ahí las puertas están abiertas durante el día, aunque no las del exterior del recinto. Básicamente el objetivo de esta fase final en el hogar Pont pasa por ayudarles a controlar sus impulsos, estando prohibido el uso de las agresiones físicas, verbales o de actitud.

Todo interno mantiene como objetivo pasar de uno de los tres hogares de régimen cerrado al Pont, que le permitirá tener objetos personales, salir al jardín, incluso salir algún día de visita fuera, estar menos vigilado y gozar de cierta libertad. Lo peor para un interno es conseguir llegar al Pont y luego volver a uno de los otros hogares por falta de progreso, un enfrentamiento verbal o cualquier incumplimiento de las normas.