La Delegación del Gobierno en las Illes Balears informó ayer que la lucha contra la contaminación marítima fue la segunda prioridad que estableció el operativo de emergencias una vez que se salvó la vida de todos los tripulantes.

El remolcador Clara Campoamor -el mejor barco del Estado para esta tarea, según las mismas fuentes- estableció barreras mecánicas y químicas para minimizar la extensión de los posibles vertidos. Al mismo tiempo, el Rosalía de Castro, un avión con base en A Coruña, viajó hasta Eivissa con buzos especialistas en el sellado de fugas. Otro grupo de buceadores de Almería estaba previsto que reforzara a esta unidad. Este avión vigiló desde el aire la evolución de la mancha que se detectó.

Los submarinistas comenzaron las primeras inmersiones para conocer el estado del casco del barco, -a unos 40 metros de profundidad- localización de las fugas, «con especial incidencia en los cables de combustible». La Delegación del Gobierno, a través de Costas, también movilizó a personal de la empresa pública Tragsa para mantener la alerta en las playas. Todo el personal de tierra, a su vez, estaba coordinado con los medios (policía, bomberos, voluntarios) que podían aportar las conselleries de Interior y Medi Ambient en caso de que fuera necesario incrementar este dispositivo.