IRENE LUJÀN
Desconcierto y pánico fue la tónica dominante ayer en el interior del aeropuerto de Eivissa cuando, a las 12,35 horas, efectivos de la guardia civil, miembros de seguridad del aeropuerto y trabajadores de las compañías aéreas recorrieron las colas de facturación y los pasillos del recinto para alertar a los viajeros acerca de un aviso de bomba notificado a media mañana al diario Gara.

Pese a que muchos de los turistas, en su mayoría de procedencia británica, no comprendieron en un principio lo que ocurría, y el recinto albergaba en esos momentos una gran cantidad de pasajeros pertenecientes a diversos vuelos retrasados que acababan de aterrizar minutos antes, entre ellos, Londres (Luton), Barcelona y Verona, en escasos 5 minutos el aeropuerto quedó completamente desalojado y los pasajeros, cargados con maletas y muchos de ellos al cuidado de niños pequeños, se fueron situando en los aledaños del recinto. Segundos más tarde, la megafonía del aeropuerto y la guardia civil alertaba a las más de 5.000 personas que se encontraban en el exterior del edificio que desalojaran el parking ante la posible existencia de un artefacto bomba. El nerviosismo fue cobrando fuerza a medida que los turistas eran conscientes de la situación, alertados por los propios turoperadores que traducían los avisos e intentaban, sin éxito, mantener unido al grupo.