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El presidente del Consell en funciones, Pere Palau, condenó ayer enérgicamente este acto «en una isla tranquila como Eivissa». Palau, uno de los pasajeros afectados por la cancelación de vuelos ya que tenía previsto regresar de Barcelona al mediodía y su vuelo fue uno de los retrasados, aseguraba que los hechos sucedidos «no tienen otro objetivo más que perjudicar los intereses de nuestra isla y crear alarmismo, ya que no es la primera vez que ha habido falsas alarmas», puesto que coincide con el inicio de la temporada alta. «Espero que se pueda esclarecer la autoría de estos hechos salvajes porque no tienen otro nombre», añadió.

El presidente de la Federación Hotelera de Eivissa, Roberto Hortensius, que siguió con preocupación lo ocurrido en la terminal hasta que se recobró la normalidad, dijo que «ha tocado Eivissa pero podía haber sido cualquier otro aeropuerto español». «Es una amenaza que teníamos como destino turístico», recordó.

El presidente en funciones del Govern balear, Jaume Matas, también condenó de manera contundente el aviso de bomba que resultó ser falso. Matas lamentó la situación desencadenada ayer en el aeropuerto de Eivissa, dado que se trata, dijo, de sucesos que «alteran la normalidad y la cotidianeidad de residentes y visitantes».

El presidente de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Baleares (CAEB), Josep Oliver, lamentó la situación generada y confió en que este episodio «no tenga ninguna repercusión» más allá de las molestias que ocasionó. Circunstancias como la de ayer «son negativas», insistió el presidente de la patronal balear, que manifestó también su confianza en que se trate de un episodio aislado.