El agente contempla el mar del que hace unos días rescató a un turista británico. Foto: SONIA GAITÁN

C. CUEVAS
-¿Cómo recuerda aquel servicio?
-Mi compañero y yo estábamos en la demarcación de Sant Josep cuando escuchamos por la emisora que una persona estaba ahogándose a 150 metros del Café del Mar. A duras penas podía llegar a la costa, se le veía nadar pero lo hacía muy despacio. No sabíamos si podría llegar o no y los servicios de Salvamento Marítimo se estaban demorando. Cuando llegamos había otros compañeros de la Guardia Civil llegados poco antes que nosotros. Aún se veía al hombre, aunque no mucho y gracias a que todavía había algo de luz. Es difícil de calcular, pero el hombre estaría a unos 150 metros.

-¿Qué se le pasó por la cabeza en aquel momento?
-Al ver a aquel chico allí, pensábamos que se podía ahogar y me cruzo por la mente que no llegara a la costa antes de que arribaran los servicios de emergencia. Me quité el uniforme y me tiré al agua. Nadé hasta que llegué donde estaba el hombre. Era británico, así que le pregunté en inglés, aunque mi conocimiento de este idioma es muy básico, cómo se encontraba y si estaba en condiciones de llegar a la costa. Le agarré del brazo mientras él me contestaba que estaba bien pero muy cansado. Entonces, lo que hice fue acompañarle hasta la orilla sirviéndole de apoyo. Una vez en la arena, le sujeté porque estaba casi desvanecido. En la orilla mis compañeros facilitaron la salida del hombre del agua y, bueno, yo me vestí, aunque estaba toda mi ropa mojada. Fue un poco cómico aquel momento también.

-Su condición física tiene que ser muy buena porque si no nadar 300 metros a mar abierto sirviendo de apoyo a alguien no es algo que pueda hacer todo el mundo, ¿no?

-Cuando voy a la playa, algo que hago cuatro días a la semana, suelo nadar unos 3.000 metros. También montó en bicicleta y voy al gimnasio. En algo hay que gastar la energía.

-¿Recuerda a qué hora fue el rescate y cómo estaba el mar aquel día?

-Sobre las nueve de la noche, todavía había algo de luz aunque el ocaso había sido sobre una hora y media antes. Por lo que tengo entendido, el chico estaba bajo los efectos del alcohol, había bebido antes. No sé si eso había repercutido en el cansancio que mostraba. El mar no estaba muy agitado, en esta época no suele estarlo. Sin embargo, corría algo de aire.

-¿Cúanto tiempo lleva en el cuerpo?
-Cerca de un año y los nueve meses que estuve en la academia.

-¿Cuáles fueron sus motivaciones para entrar en la Guardia Civil

-Desde siempre me gustó la vida militar y los cuerpos policiales. Eso y poder ayudar a la ciudadanía. Antes de entrar en la Benemérita estuve en la Marina y después me preparé para la Guardia Civil, todo gracias a que tengo la doble ciudadanía.

-¿Recuerda algún otro servicio también arriesgado?

-La verdad es que no, pero aquí siempre estamos expuestos a todo tipo de situaciones arriesgadas. Nunca sabes con qué te vas a encontrar cuando la central te da el aviso de que hay una emergencia.

-¿Ha hablado con el turista al que salvó?
-No, no pude hablar con él porque en cuanto salió se fue con sus amigo.

-Al menos le daría las gracias, ¿no?
-La verdad es que no le escuché decirlo pero yo también estaba un poco agitado en ese momento, un poco exaltado. Y luego me fui a cambiar. Pero da igual, es algo que si volviera a pasar lo volvería a hacer sin pensármelo. Es una satisfacción personal y un trabajo que nos corresponde hacer día a día.

-¿Qué le dijeron sus compañeros?
-(Ríe) Creo que he causado buena impresión.
-¿Habrá medalla?
-No me interesa, hago esto porque es mi trabajo, me gusta mi trabajo y servir al ciudadano, a la población. Ésa es la mejor medalla, la satisfacción de la labor bien hecha.