El acusado y su amigo fueron detenidos por la policía de Eivissa tras la denuncia de la afectada.

Todo acabó fatal en la madrugada del día 21 de diciembre para los trabajadores de un restaurante de comida rápida de ses Figueretes que en la Navidad de 2004 celebraban su tradicional comida de empresa. Uno de los empleados terminó detenido por la policía acusado de denegar auxilio a una compañera que, a su vez, denunció por violación a un amigo del anterior que se unió al grupo que siguió de copas hasta la madrugada. Los tres, bebidos, marcharon luego a una casa de Puig den Valls donde ocurrieron los hechos que ayer dejó visto para sentencia la Audiencia Provincial,

El principal sospechoso, un chico ibicenco de 23 años, se enfrenta a trece años de prisión y al pago de más de 34.000 euros, condena que pidió ayer para él la abogada de la denunciante. El fiscal, en un caso que en un primer momento fue sobreseído durante la investigación judicial y que acabó sin cargos para el arrestado por supuesta complicidad, por contra, valoró que no había existido una agresión sexual como tal y que lo que realmente ocurrió en una casa de Puig den Valls donde los tres coincidieron fueron abusos sexuales que deben ser penados con cuatro años.

El acusado reconoció durante el juicio haber mantenido relaciones sexuales con la afectada, una mujer de 22 años que, con un hijo, pasaba por una ruptura de pareja. Sin embargo, aseguró que dichas relaciones fueron consentidas y añadió que siempre fue la chica la que llevó la iniciativa sin importarle que, a pocos metros, estuviera su amigo chateando en un ordenador. «Ella fue la que empezó a morrearme cuando los dos nos quedamos sentados en la cama. Luego me pidió que le quitara las botas. Nunca se quejó e, incluso, cambió de postura», afirmó el acusado. Tras salir de la casa, la joven llamó a una amiga y poco después, a primera hora de la mañana del 21 de diciembre de 2004, pasaba un reconocimiento en Can Misses en donde no se apreciaron lesiones genitales.

La víctima, pese a todo, relató que el sospechoso, cuando ella estaba muy mareada y pese a sus negativas, comenzó a efectuarle tocamientos y terminó por penetrarla cuando, por su estado, apenas podía apenas resistirse. La denunciante se encuentra en tratamiento psicológico y ha pasado por episodios de angustia y ansiedad. «Sufre de llanto contenido, confusión y síntomas que son propios de violación y no de arrepentimiento», diagnosticó una psicóloga.