El «Brujo» llegó ayer al juzgado poco antes de las diez de la mañana.

El «Brujo», Tomás A.R., natural de Albacete y de 52 años, se mostró ayer en el juzgado como un hombre apesadumbrado y destruido desde que la autoridad judicial ordenó su ingreso en prisión el pasado 17 de febrero. Pese a ello, el juez que investiga las posibles agresiones sexuales que supuestamente sufrió un grupo indeterminado de menores en Eivissa y Valencia, el magistrado Pablo Mendoza, confirmó ayer la situación de preso preventivo para el sospechoso. Todo ello, sin aceptar siquiera la posibilidad de que quedara libre tras depositar una fianza de 6.000 euros al considerar «muy graves» los hechos que hay que dilucidad y la posibilidad de que el acusado intente eludir la acción de la Justicia.

El acusado, sobre quien pesan, por el momento, nueve denuncias -dos de ellas en Valencia-de mujeres que aseguran haber sido víctimas de tocamientos y violaciones cuando eran menores de edad por parte de este individuo, volvió así a ingresar en la cárcel de Eivissa. El juez continuará en los próximos días recabando pruebas y nuevas declaraciones, entre ellas las nuevas que se recojan de Alberto C.C., de 36 años y quien presuntamente, según los indicios, se aprovechó de sus dotes de «mago» «mentalista» «sanador» y «psicólogo», que supuestamente se atribuía su amigo, para presuntamente abusar de alguna de las mujeres que en edades comprendidas entre los 12 y los 17 años dicen haberse visto afectadas. Alberto C.C. quedó en libertad con cargos el pasado día 17 cuando el juez entonces de guardia, el responsable del juzgado de Instrucción número 1, Juan Carlos Torres, tomó la primera declaración de los sospechosos tras ser entregados por la Guardia Civil.

Tomás A.R. se acogió ayer, ante Mendoza, titular del juzgado de Instrucción número 3 de Eivissa, a su derecho a no declarar, actitud que adoptó tras manifestar que psicológicamente no ese encontraba nada bien y que en la actualidad estaba muy deprimido.

Según ha trascendido ahora, el «Brujo» quiso restar importancia a las confesiones que, al parecer, realizó a la Guardia Civil cuando el equipo de Policía Judicial investigaba el contenido de las primeras denuncias y éste se derrumbó. Ante Torres, Tomás A.R. sólo reconoció haber tenido «muestras de cariño» -y siempre «consentidas»-, con las menores a las que atendía en sus consultas o a través de los servicios que le surgían por sus contactos en un gimnasio de Can Escandell valiéndose de sus supuesto interés por actividades deportivas que en su día, como supuesto psicólogo, incluso, le relacionaron a equipos de la isla (SD Eivissa y la Peña Deportiva, así como otros importantes clubes de Levante).

Para las jóvenes que relataron ser víctimas de sus «poderes», esas «caricias o besos», lejos de ser inocentes muestras de cariño, como Tomás A.R. señaló luego al juez Torres, se tornaban en tocamientos y violaciones cuando las convocaba en un su casa de Sant Llorenç o en un inmueble abandonado de Sant Joan, donde también, según algunas denuncias, se produjeron encuentros. Las chicas -siempre según sus denuncias- se veían abducidas por su personalidad y por el convencimiento de que el «Brujo» poseía poderes mágicos que les eran sobrevenidos cuando eran poseídas sexualmente por éste. Entre las víctimas, además, existía el nexo común de guardar silencio ante padres y amigos al temer que sobre ellas cayeran grandes desgracias.