La Guardia Civil, por su parte, continuaba ayer las investigaciones para intentar localizar e interrogar al taxista pirata que supuestamente tuvo una pelea con el turista británico que falleció el pasado martes en Can Misses. Según baraja la investigación, William Hall, de 22 años, recibió un golpe que a la larga fue fatal tras discutir con éste en el aparcamiento del DC-10.
Al igual que en el municipio de Eivissa, las estadísticas revelan que la mayor parte los sospechosos ilegales al volante eran de origen sudamericano o español. Los agentes de Sant Antoni, Sant Josep y Santa Eulària, sin embargo, no hallaron pruebas que evidenciaran claramente que se estaban enfrentando a grupos organizados, aunque sí se conjeturó. En Eivissa, también se descubrió que existían sistemas de «jefes» y «empleados» y que los taxistas piratas no dudaban en amenazar a quien les podían poner trabas a su negocio.
Así, en Sant Antoni se contabilizaron hasta una veintena de actuaciones contra personas sobre las que se recogieron datos sobre su presumible dedicación a llevar turistas de un lado a otro tras ofrecerles sus servicios y sin contar con licencia para ello. Según explicaron ayer fuentes policiales, este «negocio» fue principalmente copado por argentinos y brasileños, pero en algunos casos no se interpuso denuncia porque no hubo más que indicios. El incidente más grave con taxistas ilegales, pese a todo, lo protagonizó un rumano, que fue detenido e ingresó en prisión tras supuestamente romperle la mandíbula a un cliente.
La Policía Local de Sant Josep, por su parte, sorprendió a cuatro conductores, un argentino y tres españoles, en Platja d'en Bossa. En Santa Eulària, a su vez, se tramitaron una decena de denuncias contra conductores que trasladaban a los turistas a hoteles del municipio.
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