El sospechoso, un inmigrante ecuatoriano residente en la calle
Ramón Muntaner, fue detenido dos veces en 48 horas por los mismos
motivos: acabar a golpes con la Policía Local cuando los agentes,
alertados por los vecinos del inmueble donde vivía el acusado,
requerían su presencia para acabar con las ruidosas fiestas que
éste organizaba. Por el último caso ha sido condenado a dos años de
cárcel.
Jimmy Rafael M.G. fue arrestado el pasado mes de marzo. Tras
pasar por el juzgado, se le impuso una condena de ocho meses de
cárcel después de que él mismo reconociera que había atacado a la
policía. Esta misma persona compareció en el juzgado de lo Penal
número 1 siete días después para explicar los hechos que 48 horas
después del primer caso motivaron su arresto y posterior ingreso en
prisión. Jimmy Rafael negó al principio de su declaración que
hubiera tenido problemas por su afición al alcohol y a oír música a
alto volumen. Sin embargo, terminó reconociéndolo todo al
recordarle la fiscal que, por una coincidencia, ella había atendido
también el caso anterior. Pero antes, el sospechoso llegó incluso a
asegurar que nunca antes se había quejado nadie. «No soy un dj»,
dijo. La jueza le ha impuesto ahora dos años de cárcel al
considerar demostrado que, de nuevo, incurrió en un delito de
atentado.
La Policía Local le sorprendió en la escalera dando gritos sobre
las cinco de la madrugada después de que un vecino le volviera
recriminar que hubiera vuelto a las andadas. Uno de los agentes fue
atacado entonces. El acusado negó que lo hubiera tocado y relató
que creía ser víctima de un vecino policía cuya existencia nunca se
acreditó.
Vecinos del inmueble afectado relataron que la situación que
estaban soportando era ya insostenible. «La música a todo volumen
es una costumbre en su casa. Llamé a la policía a las cinco de la
madrugada después de que él y sus secuaces la tuvieran a toda
pastilla y los golpes en la pared fueran continuos», comentó uno de
los perjudicados por la última fiesta de Jimmy Rafael M.G. El
acusado,sin embargo, quiso dar una apariencia de normalidad pese a
que reconoció que las celebraciones con música eran habituales en
su casa. «Tampoco la tengo tan alta», aseguró después de explicar a
la jueza que aunque bebía nunca perdía el control. «Esa noche sólo
llevaba 15 cervezas. Iba a la calle a comprar más cuando llegó la
policía», señaló.
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