Un juzgado de Eivissa tenía previsto celebrar ayer a puerta cerrada
un juicio contra un vecino de Eivissa que fue procesado por la
comisión de un presunto delito de abusos sexuales de los que fue
objeto su hijastra, una chica adolescente, y por lo tanto menor de
edad, cuando ocurrieron los hechos. El reconocimiento que realizó
el acusado una vez que compareció ante la jueza permitió resolver
la causa sin que fuera necesario continuar la vista oral. El
sospechoso se reconoció autor de distintos trocamientos que realizó
a la menor y, con su confesión, aceptó pagar una multa de 1.345
euros.
La jueza había acordado que dicha vista se celebrara a puerta
cerrada para garantizar la absoluta intimidad de la víctima y que
ésta pudiera declarar sin ningún tipo de cortapisas. Dicho
testimonio no fue necesario recabarlo de nuevo, como ya ocurrió en
la fase de instrucción, por la confesión del acusado.
Se da la circunstancia de que los juzgados de lo Penal de la
isla han tenido que enfrentarse a casos similares de abusos en los
que se han visto implicados menores. Dos personas tuvieron que
sentarse en el banquillo por este tipo de delito el año pasado y
ambos fueron absueltos. Primero fue el empleado de un hotel al que
dos chicos del centro de Menores denunciaron por abusos. La jueza
estimó que los menores habían «falseado la realidad» y se habían
aprovechado del sospechoso, una persona ingenua que había trabado
amistad con ellos y a los que ayudaba con dinero y otros favores
porque, según sus palabras, los veía solos. También durante 2005 se
resolvió con una absolución la causa que había contra un vecino de
Sant Antoni que estuvo bajo sospecha de abusar de sus dos hijos, de
tres y nueve años.
La denuncia se interpuso después de que el niño mayor relatara a
sus tíos que tanto ella como su hermana habían sufrido tocamientos,
algo que nunca se demostró.
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