-¿Qué pasa con los locales nocturnos?
-Controlamos los establecimientos frecuentados por menores.
Dividimos nuestras actividades según el horario escolar. Dentro de
estas horas trabajamos con el absentismo y otros problemas, como la
posible venta de drogas en los centros, y fuera del horario escolar
controlamos los establecimientos nocturnos a los que suelen acudir
menores. Vigilamos que no permitan la entrada a menores de 16 años.
Y también el control en la vía pública, que es más bien
asistencial.
-Un terrreno movedizo.
-De momento no hay leyes que controlen mucho, por ejemplo, el tema
de los botellones. Detectamos las zonas más frecuentadas por
menores y las patrullamos. Si vemos un grupito, nos paramos para
controlar. Asistimos en el sentido de que si vemos a algún menor
que vaya pasado, intentamos ayudar y apercibirles o motivarles: les
explicamos que se pueden reunir, pero les pedimos que recojan todo,
que cumplan con las ordenanzas en cuanto a ruido, basura,
etcétera.
-¿Cuál es el perfil tipo del adolescente problemático en Sant
Antoni?
-Es variado. De todas formas estamos detectando que la mayoría
de las quejas vienen por un grupo cerrado, es decir, no son todos
los menores en general, sino que todo ocurre en torno a un grupo
cerrado muy concreto. Muchos hacen pequeñas gamberradas, pero en
cuanto a cosas importantes siempre es en torno a este grupo, y es
muy fácil de detectar. Estos menores normalmente intentan imitar al
mayor y acuden a determinados locales y nosotros, coordinados con
Servicios Sociales, intentamos buscarles alternativas. Hay que
destacar esta tendencia de querer imitar al mayor: salir el fin de
semana y acudir a determinados locales. Hablamos de menores de 14
años que quieren ir a algunos lugares en los que nosotros estamos
muy encima. También nos dedicamos a casos que precisan un
seguimiento concreto: determinados actos vandálicos, como rotura de
señales o pintadas en las paredes, y detectamos posibles delitos
que precisan seguimiento. En resumen, tratamos todo lo relacionado
con menores para tener conocimiento de ello y tratarlo si es
posible, y siempre en coordinación con Servicios Sociales y los
centros educativos.
-¿Cómo os dirigís a ellos?
-Es importante que nunca pierdan la perspectiva de que somos
policías. Ya nos conocen todos, al menos los conflictivos y los que
están a su alreddedor. Vamos de paisano, pero no para poder
escondernos y pillarlos in fraganti, sino para resultarles más
cercanos, porque el uniforme puede hacernos parecer más represivos.
Intentamos también preservar un poco la imagen del menor, porque si
les ven con dos policías de uniforme puede parecer que han hecho
algo malo. Al ir de paisano cambia un poco la imagen.
-¿Y cómo reaccionan cuando vais donde
ellos?
-Intentamos transmitir tranquilidad. La mayoría de las
intervenciones son asistenciales o preventivas. No sólo
intervenimos cuando el menor ha hecho algo, sino que cuando
detectamos determinadas actitudes en grupos intentamos un
acercamiento. Intentamos transmitirles confianza y que se apoyen en
nosotros, que no piensen que sólo estamos para castigarlos si han
hecho algo malo, sino que sepan que si necesitan algo estamos aquí,
que si alguien les ha pegado o molestado, estamos aquí. Es más
sencillo que nos avisen a que intenten ellos solos solventar el
problema peleándose o de otra manera.
-¿Se ha dado el caso de que os pidan
ayuda?
-Sí. «Me han robado el bolso, me han pegado, me han denunciado en
la Guardia Civil. ¿qué me va a pasar?». Dudas legales que les
surgen. Nosotros intentamos que les llegue toda la información. A
veces mediamos en algunos conflictos con las partes afectadas con
el fin de evitar la denuncia, que acepten la culpabilidad si es
necesario. Si un menor comete un delito, intentamos que no llegue a
vías judiciales. Buscamos que las partes lleguen a un acuerdo, a no
ser que el problema sea reiterativo.
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