Un cumpleaños y una oportunidad para celebrar la boda de un amigo
son dos excusas habituales que se dan a las fuerzas policiales cada
vez que éstas intervienen para poner fin a una fiesta ilegal. Ambas
justificaciones las utilizaron los presuntos organizadores de la
última concentración de la que se ha tenido conocimiento en la isla
y que ayer reunió a cerca de 300 jóvenes de distintas
nacionalidades en Cala Codolar.
Esta ha sido la quinta concentración que disuelve esta semana la
Guardia Civil y la número 38 del verano para el instituto armado. A
esta cifra hay que sumar a las que ha puesto fin, sin intervención
de la Benemérita, las policías locales de la isla, que en muchas
ocasiones actúan conjuntamente con la Guardia Civil. Un joven
neoyorkino reconoció ayer ser el máximo responsable de lo que
ocurrió en Cala Codolar, en las Platges de Comte. Las primeras
molestias fueron denunciadas, al parecer, pasadas las nueve de la
mañana en el puesto de Sant Antonio y en el retén de la Policía
Local de Sant Josep.
La Guardia Civil acabó con las molestias que estaba generando
esta fiesta después de que varias dotaciones al mando de capitán
Fructuoso Jiménez se presentaran al mediodía en el restaurante
«Amarant», lugar donde tenía lugar la fiesta. Se interpusieron
sendas denuncias, una por la Ley 1/92 al carecerse de autorización
para la citada reunión, y otra al establecimiento, que, además,
presuntamente carece de licencia de apertura. La Benemérita hacía
ayer gestiones para localizar al propietario del restaurante.
Playa tomada
A esa hora los vecinos de la zona se sobresaltaron por una
destacada acumulación de coches en la playa y en la zona de la
urbanización Cala Codolar. Todo ello vino seguido de la música que,
a fuerte volumen, acompaña a este tipo de eventos. La llegada de
los agentes paralizó la fiesta sin que se produjera el más mínimo
altercado. Algunos de los asistentes mostraron que conocían de
sobra la letra de la canción estrella que los asistentes de las
fiestas ilegales repiten cuando la Guardia Civil les pregunta:
'Esta es una reunión espontánea. No hay negocio. No se cobra
entrada. Vinimos porque nos invitó un amigo'. Las mismas frases se
escucharon en las cinco concentraciones que han motivado
intervención policial esta semana por parte de la Guardia Civil. La
más destacada tuvo lugar el pasado martes en Cala Llonga cuando
cerca de mil personas, que se cree procedentes del cierre de una
fiesta de «Amnesia», convergieron a primera hora de la tarde en un
club privado. La Policía Local de Santa Eulària y la Guardia Civil
pararon la fiesta tras pedir que se quitara la música.
«Han llegado a primera hora y sin ningún pudor se han puesto a
esnifar cocaína y tomar todo tipo de drogas. Poco les ha importado
que hubiera niños delante.», aseguró ayer un vecino afectado. Éste
señaló que nada más empezar la música la situación se hizo
insoportable. «Cogí a mi familia y nos fuimos. Se estaba metiendo
de todo como si fuera normal», añadió. Al mediodía sólo en Cala
Codolar había dos parejas de bañistas que eran ajenas a la fiesta
que se celebra en el restaurante «Amarant». El resto esperaba el
momento en las rocas para subir por las escaleras que dan al
establecimiento desde donde se bombardeaba la playa. «Cuanto antes
venga la Guardia Civil, mejor», dijo el responsable del chiringuito
que hay en la playa. «Nunca he querido saber nada de estas cosas
pese a las ofertas que me han hecho. Esto sólo hace que
perjudicarnos. ¿Quién va a querer quedarse aquí con esto»,
apuntilló.
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