El caso sobre los presuntos abusos sexuales a dos menores se celebró ayer a puerta cerrada.

El sospechoso, un vecino de Sant Antoni que había sufrido graves problemas de drogodependencia y que se hallaba separado de su mujer, ésta, al parecer, también aquejada de trastornos psicológicos, se vio denunciado tras ocurrir distintas vicisitudes cuando cumplía con un régimen de visitas previsto para sus dos hijos, de tres y nueve años.

En la causa, que fue vista ayer a puerta cerrada por el juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa, las acusaciones particulares pidieron una condena de hasta cuatro años de prisión. El fiscal, por su parte, no presentó acusación al entender que existían muchas dudas razonables. El imputado negó cualquier abuso sobre sus hijos.

La denuncia se interpuso después de que la madre de los dos niños, una persona, al parecer, con problemas psicológicos, llevara en 2003 a su hija menor, entonces una niña de tres años, al médicos por distintos problemas vaginales y unos hematomas que detectó en sus muslos. Los médicos no resolvieron en ese momento decisivamente que ello hubiera sido por abusos. La niña en ese momento se hallaba al cuidado de su madre pero no así el otro pequeño, un chico de nueve años, que estaba acogido por sus tíos.

El juzgado comenzó a investigar los supuestos abusos sexuales después de que en un suceso anterior los dos hermanos coincidieran y la pequeña le relatara a su hermano que había sido objeto de tocamientos por parte de su padre, según la información recogida por este periódico. Fue entonces cuando el chico se mostró muy violento por lo presuntamente ocurrido. Desveló que su enfado venía motivado porque él había sido víctima de hechos similares, afirmación que ratificó ayer en la vista después de que se diera trámite a la denuncia. En el juicio también declararon varios peritos que entrevistaron y trataron al menor.