EFE-NUEVA ORLEANS
Las miles de personas que esperan a ser evacuadas de Nueva Orleans comienzan a sentir cierto alivio con la llegada de la ayuda federal, pero persisten los sentimientos encontrados de esperanza e indignación.

Esperanza porque, por fin, les han llevado agua, comida y productos de primera necesidad y empieza a decaer la violencia. Indignación porque para muchos los refuerzos llegan tarde y siguen siendo escasos. «Me siento mucho mejor. Siento como si hubiésemos conseguido la atención de todos y afortunadamente (los equipos de rescate) van a continuar haciendo lo que hacen», declaró el alcalde de la ciudad, Ray Nagin, uno de los más críticos con la respuesta del Gobierno federal tras el devastador paso del huracán «Katrina» por los estados de Florida, Luisiana, Misisipi y Alabama. Nagin trasladó el viernes su indignación y desesperación al presidente de EEUU, George W. Bush, quien, según el alcalde, no se sintió molesto por sus críticas y le garantizó refuerzos seguros y ayuda inmediata.

Sus palabras han pasado a los hechos, ya que, ayer mismo, el presidente anunció el envío en las próximas 72 horas de 7.000 militares más a la región devastada por el huracán.