Esperanza porque, por fin, les han llevado agua, comida y
productos de primera necesidad y empieza a decaer la violencia.
Indignación porque para muchos los refuerzos llegan tarde y siguen
siendo escasos. «Me siento mucho mejor. Siento como si hubiésemos
conseguido la atención de todos y afortunadamente (los equipos de
rescate) van a continuar haciendo lo que hacen», declaró el alcalde
de la ciudad, Ray Nagin, uno de los más críticos con la respuesta
del Gobierno federal tras el devastador paso del huracán «Katrina»
por los estados de Florida, Luisiana, Misisipi y Alabama. Nagin
trasladó el viernes su indignación y desesperación al presidente de
EEUU, George W. Bush, quien, según el alcalde, no se sintió molesto
por sus críticas y le garantizó refuerzos seguros y ayuda
inmediata.
Sus palabras han pasado a los hechos, ya que, ayer mismo, el
presidente anunció el envío en las próximas 72 horas de 7.000
militares más a la región devastada por el huracán.
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