Los inspectores del Grupo de Homicidios llegaron al lugar y
realizaron una primera inspección ocular. En principio parecía que
la hipótesis era que la mujer habría matado a tiros a sus dos hijas
con el arma reglamentaria del marido, suicidándose a continuación
de un disparo. Los cuerpos de las niñas estaban desnudos en sus
respectivas camas, mientras que el de la mujer estaba tumbado sobre
la cama de matrimonio. Con la ayuda del forense, determinaron que
las tres habían fallecido bastantes horas antes, entre la
medianoche y las primeras horas de la madrugada. Sin embargo,
ninguno de los vecinos preguntado por los agentes declaró haber
escuchado disparos a lo largo de la noche. Otro vecino indicó que
escuchó algunos ruidos, aunque en ningún momento le llamaron la
atención, considerándolos como «normales». Otro dato apuntado por
los investigadores es que en el piso hacía mucho calor, debido a
que las ventanas estaban completamente cerradas. Un dato importante
es que el autor de los disparos utilizó una almohada para silenciar
las detonaciones. Después de haber escuchado a Pablo Riquelme, los
agentes decidieron llevarse a éste último a la Jefatura Superior,
donde quedó detenido, puesto que detectaron algunas
contradicciones. Uno de los vecinos del bloque vio salir al hombre
llorando del edificio, y con las manos tapadas por una bolsa de
plástico.
La voz de alarma la dio sobre las 14.20 horas el compañero
sentimental de la mujer, Pablo Riquelme, que es funcionario del
Cuerpo Nacional de Policía en situación de segunda actividad, y
durante años ha sido secretario regional del Sindicato Unificado de
Policía (SUP) de Balears. Riquelme, que actualmente tiene un
establecimiento de autolavado de coches en la misma manzana de la
vivienda en que sucedieron los hechos, subió al domicilio después
de comer y avisó por teléfono a un amigo suyo policía quien, a su
vez, alertó al 091.
Mientras tanto, una comisión judicial se desplazó al lugar. El
juez del Juzgado de Instrucción número 6, que estaba de guardia,
ordenó el secreto de sumario. Su celo llegó a tal extremo que los
cuerpos, retirados por la Empresa Funeraria Municipal, llegaron
como indocumentados al Instituto Anatómico Forense. Los expertos de
la Policía Científica estuvo trabajando en el lugar durante algo
más de una hora, efectuando la inspección y recabando datos.
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