«Fui como un corderito a firmar. Si no lo hubiera hecho, me hubiera
llevado una paliza. Mi ex pareja me utilizó para sus chanchullos.
He sido un peón. Cuando vendía por segunda vez la mitad de mi piso
creía que ya no tenía nada que ver con esto. No he visto ningún
dinero y lo único que he recibido a cambio son problemas».
Este fue el testimonio de descargo que ofreció ayer en su juicio
una mujer de nacionalidad española que en su día fue vecina de Sant
Antoni y que ha terminado siendo procesada por la comisión de una
presunta estafa después de que fuera denunciada por vender dos
veces su parte de un piso.
Tanto el fiscal como la acusación particular piden una pena de
tres años y medio de prisión para la sospechosa. La afectada, amiga
de la imputada, se encontró al volver de un largo viaje con la
cerradura cambiada y con que su casa se hallaba con muebles
distintos y ocupada por otras personas. La acusada afirmó en la
vista que tras la operación, y «tras tres años de incertidumbre en
Irán», su pareja, de esta nacionalidad, le abandonó «dejándome todo
el marrón».
La casa en cuestión, un primer piso del edificio «Jamaica»,
ubicado en la calle Soledad de Sant Antoni, fue objeto de una
primera venta en 1996. «Mi entonces pareja llegó a un acuerdo con
el marido de una amiga, también iraní. Me dijo que yo tenía que
vender mi parte del piso para saldar una deuda suya y así se hizo
por dos millones de pesetas», dijo la acusada. Según su relato,
ambos se fueron luego a Irán, país en el que estuvieron durante
tres años. «No podía salir ni de casa y no podía regresar a España
por problemas con el pasaporte», explicó.
La segunda venta tuvo lugar en 1999. Fue entonces cuando su
compañero sentimental se desprendió de su propiedad, a la vez que
supuestamente se volvía a hacer lo mismo con la otra mitad que ya
había sido enajenada y que había correspondido a la mujer procesada
por estafa.«Entonces fue cuando el se fue a su país y me abandonó»,
añadió. Esta misma persona fue condenada en su día a pagar 452.000
pesetas que había pendiente de pago por gastos de comunidad.
Tanto el fiscal como la acusación particular valoraron que la
sospechosa nunca denunció coacciones de su pareja, al cual tampoco
se le pudo escuchar de las acusaciones que se vertieron ayer sobre
él.
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