Enrique G.G., agente del Cuerpo Nacional de Policía (CNP), de 30 años, y según sus propias palabras expedientado pero no suspendido del servicio, se sentó en el banquillo, para enfrentarse a los dos años de prisión que pidió para él fiscal y a los ocho que ayer finalmente reclamó la acusación particular.

El policía local que resultó herido más grave, al perder el conocimiento en la intervención, por su parte, destacó que había tenido que irse a trabajar a Santa Eulària. «Me fui para evitar problemas. Tiene amistades y esto es un Cuerpo [refiriéndose a los agentes de Comisaría]. Las relaciones son tensas, pero no digo que haya pasado nada», comentó al tiempo que explicaba al juez las secuelas físicas y psicológicas sufridas tras recibir en un impacto en el cuello en la actuación.

El agente, detenido por la Policía Local tras un altercado ocurrido en Ignaci Wallis el 17 de mayo de 2003 cuando supuestamente hirió a tres municipales después de que se le sorprendiera bebido e intentara pasar con su coche por un tramo cortado al trafico, se presentó como un cabeza de turco de las «tiranteces» y «rencillas», según calificación de su defensa y del propio acusado, existentes entre los dos cuerpos.

El nacional manifestó que se sintió mal y que paró el coche para pedir ayuda a un local que conocía. «Empezaron a gritarme y a decirme que me iban a meter un puro. No pude ni tocarlos porque me esposaron y me pusieron boca abajo antes de meterme a la fuerza en el coche. Actuaron tan mal que empezaron a inventarse cosas».

El policía, que también está procesado por presuntamente arrollar semanas después de este incidente a otro agente local de Eivissa que de paisano iba en una moto, justificó todo de esta manera: «Increíblemente van a por mí», aseguró.