Sin motores ni timón, el crucero quedó a merced de los fuertes vientos y olas que alcanzaron 10 metros.

J.M. ALONSO / L. AVERSA
«No es cierto que el capitán del Grand Voyager actuara con negligencia cuando tomó la decisión de zarpar [del puerto de Túnez rumbo a Barcelona] porque la fuerza del viento, que provenía del norte, estaba entre 4 y 6 (...); lo que pasó es que el temporal bajó desde el norte mucho más rápido de lo que esperábamos». La compañía británica V-Ship, empresa para la que trabaja el capitán de este crucero con bandera de Bahamas, el portugués José Vilarinho, defendió con las predicciones meteorológicas como argumento la decisión de zarpar. Pero lo que finalmente pasó en el mar es que el viento rozó los cien kilómetros por hora y las olas sobrepasaron los diez metros. «No tenemos ninguna noticia de que los pasajeros tengan intención de denunciar al capitán, aunque lo hemos leído en los medios de comunicación», señaló el portavoz de V-Ships. Buena parte del pasaje de este crucero ya ha anunciado su intención de denunciar a Vilarinho por lo que consideran una imprudencia temeraria, entre éstas un grupo de ocho mujeres de la isla. Las cerca de 800 personas que viajaban en este barco llegaron a pensar que ése era su último viaje. Los golpes de mar causaron decenas de heridos. Seis españoles, entre ellos dos mujeres de Eivissa, tuvieron que ser hospitalizados en cuanto el «Grand Voyager» tocó tierra en la capital de Cerdeña. Allí, en el hospital Marino de Cagliari, aún permanece ingresada Antonia Prats, que se fracturó el peroné y ayer fue intervenida quirúrgicamente. Carmen Serra sufrió un conato de infarto al corazón y también fue ingresada durante un día en el mismo hospital que Prats.

«Estamos completamente de acuerdo con la decisión que tomó el capitán, que es un profesional extraordinario y actuó de forma apropiada con la información de que disponía y le apoyamos absolutamente. No creemos que se cometiera ningún tipo de negligencia. Esto es un asunto muy desagradable para él», certificaron ayer desde Londres. «El capitán trabaja para nosotros desde hace tres años y nos ha relatado con total honestidad lo que ocurrió durante el temporal. Es un capitán extraordinariamente experimentado, el más profesional de la tripulación y actuó de buen modo. Cuenta con nuestra total confianza», insistieron desde V-Ships. La compañía explicó que el «Grand Voyager» es un «barco moderno [de 180 metros] de eslora construido en 2000 que está muy bien diseñado y que es capaz de desenvolverse a la perfección en el mar en el que estaba [cuando se desató la tempestad] independientemente de que una ola rompiera una ventana del puente».