EFE - ATENAS
El secuestro ayer de un autobús interurbano con 23 pasajeros en un suburbio de Atenas por dos albaneses armados, y que anoche al cierre de esta edición aún proseguía, reavivó la polémica sobre la política de inmigración del actual Gobierno conservador heleno. Anoche habían liberado a todos los rehenes menos siete y amenazaban con volar el autocar si no cedían a sus exigencias: llevarlos al aeropuertos para tomar un avión a Rusia y un millón de euros.

Dos albaneses armados secuestraron a las seis de la mañana de ayer un autocar con ciudadanos griegos y extranjeros que viajaban del pueblo de Maratón, a 30 kilómetros de Atenas, a la capital, a trabajar. En los primeros momentos del secuestro, el chófer, el inspector y una pasajera lograron escaparse cuando los secuestradores dispararon al aire por primera vez de un total de una docena de veces.

El secuestro se prolongaba más de catorce horas y las autoridades griegas desplegaron todas sus fuerzas policiales antiterroristas, así como sicólogos para negociar con los secuestradores que piden volar a Rusia. El ministerio de Orden Público griego está utilizando en esta ocasión la experiencia que obtuvieron las fuerzas policiales para garantizar la seguridad de los Juegos Olímpicos que se celebraron en Atenas durante el verano.

Los nuevos métodos de la policía para afrontar la crisis, como abastecer con pilas adicionales a los móviles de los pasajeros y mantener así un canal de comunicación, o la creación de un centro de emergencia para albergar a los familiares de los pasajeros en un supermercado contiguo al autobús inmovilizado, son algunos de los ejemplos.

Las negociaciones que en trece horas llevaron a liberar a 16 rehenes han sido objeto de alabanzas por parte de la opinión pública.

Sin embargo, por segunda vez en cinco años, un extranjero se ha apoderado de un autobús sembrando el pánico entre la gente y alimentando la inseguridad entre los once millones de griegos que tienen que convivir ya con más de un millón de inmigrantes legales y medio millón de ilegales.

En 1999, un albanés se apoderó de un autobús que viajaba al norte de Grecia, y obligó al chófer a llevarles a Albania y después de dos días y medio, murió en un tiroteo con las autoridades albanesas, así como uno de los pasajeros griegos.