El navegante italiano fue atendido en el centro de salud tras su rescate y desde allí llamó a su familia.

Alexander Bellini, un aventurero italiano de 26 años, volvió a nacer ayer por la mañana en aguas de Formentera. «Papá he naufragado, he podido morir pero no ha sucedido nada, no, aunque de la barca no ha quedado nada» explicaba excitado a su padre mediante un móvil que le había facilitado el Centro de Salud de Formentera para ponerse en contacto con su familia.

De esta manera la noche del jueves al viernes Bellini se encontraba a unas seis millas de la isla de Eivissa y contaba con pasar por es Freus alrededor de las dos de la madrugada.

Alex llevaba en ese momento cerca de dos horas en el CS de Formentera donde había sido atendido de hipotermia, aunque sin fracturas ni lesiones de ningún tipo, mientras que su embarcación impulsada a remos había quedado hecha pedazos en las rocas de la playa de Llevant.

Dos turistas que paseaban mirando el temporal de levante en esa zona fueron los que pudieron alertar a ala Policía Local y la Guardia Civil para que acudiera a atender al náufrago que se encontraba en la playa e intentaba salvar su embarcación que acabó diseminada en la arena de Llevant.

Así finalizaba una aventura que se inició a finales de octubre en Génova y que debía culminar con un viaje transoceánico hasta Puerto Callan, en la Guyana Francesa. La embarcación tenía siete metros y medio de eslora, había sido fabricada con madera y fibra de vidrio y estaba totalmente carenada de manera que en caso de vuelco fuera prácticamente insumergible y volviera a adquirir su posición natural. La importancia de este frustrado navegante solitario es que su odisea la estaba efectuando a remo, sin velas ni motores, y para ello había acumulado gran cantidad de comida liofilizada, agua bebidas y todos aquellos artilugios, especialmente los de seguridad, que pudiera menester en los meses que tenía por delante. Alex Bellini aficionado al alpinismo y también a la navegación de la que ésta era su primera gran singladura.

Relataba así su aventura. «Salí de Italia, de Génova, el 21 de octubre con mi embarcación a remo para cubrir una larga travesía y llegar hasta Puerto Callan en Brasil». Como explicaba Bellini «pasé el golfo de León, la peor parte del Mediterráneo en el que estuve durante más de cinco días con olas que llegaron hasta los seis metros de altura y después llegué a Mallorca desde donde puse rumbo en dirección a Eivissa y Formentera pues mi intención era cruzar a través de es Freus».

Pese a las dificultades encontradas al principio «poco antes de llegar a Mallorca tuve un viento de nordeste muy favorable, en popa, fantástico porque era lo que yo quería, era too much, tropo, demasiado -enfatizaba en todos los idiomas posibles- y así decidí pasar entre Eivissa y Formentera porque el viento seguiría siéndome favorable».

«Pero a medianoche el viento roló de forma sustancia, comenzó a soplar con más fuerza y me encontré con un mar que me golpeaba por ambos costados», precisa. Al tener a una distancia que consideraba prudencial las luces de la costa «decidí mantenerme alejado del estrecho [es Freus] y atravesarlo por la mañana», agrega.

Alex contaba que apenas durmió para vigilar los cambios del oleaje y del viento. «Esta mañana cuando el sol ha salido he visto la configuración de la tierra que veía delante, unas especies de caletas y pensaba que estaba llegando a Eivissa y que debía virar hacia el sur para sobrepasar la isla».

Todo ello finalizaba horas más tardes cuando «el viento de través me ha empujado contra las rocas» decía el aventurero italiano, que intentó frenar la deriva de la embarcación con una especie de paracaídas y mantenerse alejado de la costa.