La policía detuvo en el puerto de Eivissa en julio de 1996 al banquero mexicano reclamado por su país.

Àngel Isidoro Rodríguez Sáez, más conocido como 'El Divino', logró no pisar una cárcel mexicana en los más de ocho años que ha durado su proceso. Pero si conoció las cárceles españolas. Estuvo preso durante dos años (hasta 1998) después de que cayera en Eivissa cuando se encontraba a bordo de su yate, el 'Moon Dance'. La policía le detuvo en el puerto de Eivissa el 29 de julio de 1996 de acuerdo con una requisitoria internacional por un escándalo financiero en México que se le imputó y que en su conjunto se elevó a mil millones de pesos, unos 74 millones de euros.

El arresto de 'El Divino' no estuvo exento de polémica. Un fotógrafo de prensa resultó agredido presuntamente por el capitán del 'Moon Dance' cuando cubría la información sobre el sospechoso. Todo ello derivó en otro proceso judicial que en su día siguió uno de los juzgados ibicencos.

La Procuraduría General de la República mexicana abrió un total de 20 investigaciones por los supuestos fraudes que se le atribuyeron a 'El Divino' y que se iniciaron en 1995 cuando la Comisión Nacional bancaria de Valores se quedó con grupo financiero Asemex-Banpaís tras descubrirse una apropiación 2.301 millones pesos para 24 empresas de Rodríguez Sáez. Éste contaba entonces con 25 años de edad. 24 meses antes llegó al frente de la sociedad con el apoyo de su padre: Isidoro Rodríguez, un influyente empresario en la industria del transporte.

Las investigaciones posteriores que se hicieron ligaron a 'El Divino', que era presidente del consejo de administración de la citada empresa bancaria, le ligaron directamente con una estafa de 940 millones de pesos, según informó la prensa mexicana. De la veintena de investigaciones, 14 fueron desestimadas y las otras seis llegaron a los tribunales quedando todas paulatinamente, hasta este mes, en agua de borrajas. Desde su extradición a México, 'El Divino' sólo ha tenido que ir al juzgado a firmar semanalmente.

Su popularidad llegó a ser tal que muchas mujeres le abordaban para que les firmara un autógrafo cada vez que visitaba los juzgados. En una ocasión, incluso, la policía amenazó con arrestarle y éste se refugió en las oficinas de los jueces hasta que los agentes se retiraron.