Un grupo de vendedores ambulantes senegaleses en la bahía de Sant Antoni. Foto: KIKE TABERNER

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El propio obispo de Eivissa, monseñor Agustín Cortés Soriano, está interviniendo para intentar mediar en un asunto que más que policial es ya una realidad social y que ha movilizado tanto a entidades solidarias como empresariales. Cada día se está deteniendo en Sant Antoni a un vendedor ambulante, casi siempre por extranjería o asuntos de drogas. Ayer, en concreto, hubo otros dos arrestos.

Todas las fuentes consultadas por este periódico coinciden en señalar que la presión de la Policía Local en los últimos días contra este colectivo ha aumentado de forma sensible. Muchos de los sospechosos, sin embargo, está pasando por los juzgados negando categóricamente cualquier relación con los estupefacientes. Un hecho que, según la información recogida por este periódico, ha llevado incluso a uno de los detenidos a iniciar una huelga de hambre. Dicha protesta se estaría llevando a cabo en la prisión de Eivissa, extremo éste último que no pudo ser confirmado ayer por este periódico. Todo esta situación, junto con la oposición frontal del Ayuntamiento y de las entidades empresariales a la venta ambulante pese a que los senegaleses piden que se legalice su situación con mercadillos, ha degenerado en un clima de crispación. Los representantes de los grupos senegaleses han iniciado ya movilizaciones para expresar su malestar y durante estos días se prevén nuevas concentraciones y manifestaciones de protesta de los vendedores en Sant Antoni. No se conoce con certeza el número de senegaleses que deambulan ahora por los calles de Sant Antoni, muchos alojados en conocidos establecimientos hoteleros.

Las fuentes coinciden en hablar de centenares cada vez que se hace alusión a esta comunidad. Una buena parte de los vendedores que vienen a Eivissa tienen tramitada u obtenida la residencia, conseguida en Canarias, archipiélago donde, al parecer, se está facilitando el papeleo. Ello les permite moverse libremente por territorio nacional y,así, hacer la 'temporada' en las zonas turísticas.

La presencia de ambulantes vendedores senegaleses era hasta hace pocos años un hecho habitual en Sant Antoni que se hasta cierto punto se toleraba. Este status quo ha ido perdiéndose en las últimas temporadas después de que el número de africanos haya aumentado. La paulatina presión policial vino pareja a este incremento. Tras ello se constató que había determinados grupos de subsaharianos que se estaban compaginando la venta ambulante con el tráfico de estupefacientes, un hecho del que se demarcan plenamente los representantes de este colectivo que dicen querer vivir en paz. La entrada en el mercado de las drogas ha generado peleas de los senegaleses con las mafias británicas que hasta controlaban el monopolio de los estupefacientes entre los turistas, situaciones que se repite día a día.