Pasaban pocos minutos de las cinco y media de la tarde cuando tras
los muelles de carga del puerto de Eivissa se dibujó la silueta de
la embarcación de Salvamento Marítimo «Illes Pitiüses», a bordo de
la cual regresaba a tierra firme José Marí tras vivir una auténtica
odisea en alta mar. Un cable de remolque arrastraba la minúscula
barca con la que Marí se hizo a la mar desde Pou des Lleó el pasado
lunes y de la que no ha querido separarse en ningún momento después
de ser rescatado.
Junto a las dependencias de Salvamento en el puerto de Eivissa
esperaba ansiosa, y emocionada, la familia del náufrago. Su mujer,
su hija, su cuñada y su hijo (quien localizó la barca «Porfin»
desde una avioneta) no podían retener las lágrimas al comprobar que
José Marí regresaba por fin a puerto cuando todo parecía apuntar a
un trágico final.
Una vez amarrado el «Illes Pitiüses», Marí apareció desde el
interior del barco, notablemente cansado y vistiendo un mono de
color naranja del personal de rescate. En su rostro se adivinaban
las huellas provocadas tras tres noches sin apenas refugio en su
barca, con la que pretendía pasar una tranquila jornada de pesca
antes de que un fallo en el motor le dejara a la deriva.
Junto a la familia también esperaba la llegada del náufrago un
equipo médico del Servicio de Emergencias 061, dispuesto a
trasladarle de inmediato al centro hospitalario de Can Misses para
efectuarle un completo examen y verificar su estado de salud. José
Marí tuvo que ser ayudado por el personal de Salvamento Marítimo
para descender del «Illes Pitiüses» ante una nube de periodistas y
la mirada esperanzada de sus familiares. Tras ser depositado en la
camilla por el equipo del 061, Marí apenas acertó a pronunciar unas
pocas palabras debido a su cansancio.
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