El cadáver de Juan Solbes, propietario del topless «Copacabana»,
fue encontrado en el rellano de su domicilio el 18 de marzo de
2000. Un mes después el Grupo de Homicidios de Valencia coordinaba
con la Comisaría de Eivissa la detención de una pareja a la que se
relacionó con este crimen. Más adelante, la Unidad de Drogas y
Crimen Organizado (Udyco) decomisaba cerca de cinco millones de
pesetas en billetes de 10.000 falsos que supuestamente pertenecían
al fallecido y que iban a ser «colocados» en la isla.
Esta causa ha sido vista ante un jurado por la Audiencia
Provincial de Valencia. El principal sospechoso, que en un
principio se jugaba 20 años de prisión por asesinato, ha sido
condenado a una pena de tres años de cárcel por un delito de
homicidio. El propio jurado le consideró culpable del crimen pero
pidió su indulto al entender que había actuado en defensa propia,
argumento que dicha persona expuso a la policía en Eivissa cuando
se le detuvo. Su compañera, por contra, fue absuelta, según informó
el diario Las Provincias. Se da la circunstancia de dicha mujer,
una cubana de unos 30 años de edad, había sido vinculada
anteriormente con la víctima con motivo de una relación sentimental
que se les atribuía.
La víctima, en cuya casa de la capital valenciana se intervino
más dinero falso y una máquina rudimentaria para fabricarlo,
pereció de un fuerte golpe en la cabeza dado con una botella de
refresco. En el juicio,el principal acusado afirmó que se defendió
de un supuesto ataque que Solbes iba a llevar a cabo con un
cuchillo y que siempre actuó en legítima defensa. El jurado que se
había constituido para esta causa le creyó. La condena pedida se
rebajó y finalmente se pidió el indulto.
Las investigaciones policiales que llevó a cabo la Unidad de
Droga y Crimen Organizado (Udyco) de Eivissa con la información
facilitada por sus compañeros del Grupo de Homicidios de Valencia
se concretaron en un camping de Santa Eulària. Los dos sospechosos
fueron descubiertos en este lugar. Las pesquisas emprendidas
determinaron entonces, en abril de 2000, que ambos se ocultaban a
la espera de encontrar el momento idóneo para empezar a «mover» los
4.600.000 pesetas que presuntamente fueron fabricadas con la
máquina impresora que el dueño del topless cuyo crimen se imputaba
a ambos. Ambos ingresaron en prisión sin que se hubiera concretado
el móvil de todo. Días después se encontró el dinero.
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