En el Ayuntamiento, el alcalde de Eivissa, Xico Tarrés, mantenía a
media mañana una reunión con la directora insular, Marienna Sánchez
Jáuregui; el comisario Àngel Marí; el inspector jefe de la Policía
Local, Manuel Ayala, y la concejala del barrio de sa Penya,
Cristina Ferrer. El motivo era una Junta Local de Seguridad en la
que figuraban dos temas principales: el nuevo Plan Nacional de
Seguridad y, ante todo, la problemática de sa Penya. En las
dependencias del Ayuntamiento se dieron cita también una
representación de la Asociación de Vecinos de sa Penya y varias
vecinas de ese mismo barrio. Estas últimas querían mostrar al
alcalde su indignación por la instalación de las vallas. «No somos
animales, somos personas», clamaba una de ellas, mientras otra
aseguraba que iban a derribarlas en poco tiempo.
La llegada de este grupo de vecinas provocó que varias patrullas
del Cuerpo Nacional de Policía se dieran cita en el Ayuntamiento en
previsión de que pudiera producirse algún altercado. Tras reunirse
con estos dos grupos, Tarrés aseguró ante los medios de
comunicación que el tema de sa Penya «es delicado, conflictivo y
problemático en el que las soluciones terminan por afectar a la
gente y crear incomodidades», en clara referencia a las vallas
recién instaladas y cuya colocación responde a una solicitud
realizada desde la Comisaría para facilitar la vigilancia del
barrio.
De hecho, tras el inicio de la instalación de estas vallas
(colocadas ayer en la calle Retiro y en la intersección de las
calles Sant Pere y Santa Llúcia, aunque faltan todavía las que se
ubicarán en la salida de la Plaça de sa Drasaneta hacia la calle
del Retiro y en la calle de Santa Llúcia) Tarrés y Sánchez Jáuregui
anunciaron que desde ayer mismo las patrullas policiales cubrirían
durante las 24 horas del día el barrio, una solicitud que ya
formuló la AAVV de sa Penya a la dirección insular en una reunión
celebrada la pasada semana.
«Seremos contundentes y claros con las medidas que haya que
tomar en sa Penya», dijo Tarrés solicitando la comprensión de los
vecinos, para reconocer a continuación que no se descarta que
algunos habitantes intenten tirar abajo las vallas. Una de las más
polémicas es la que se ha ubicado cerrando el acceso de la calle
Retiro, una de las entradas principales al barrio y que, según dijo
el comisario en la Junta Local es «importante que esté tapada». De
todos modos, desde el Ayuntamiento se reconoció que la simple
presencia policial no es suficiente para regenerar el barrio, por
lo que se señalaron medidas de urbanismo y limpieza para cumplir
dicho objetivo.
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