El traumatólogo condenado recientemente por un juzgado de lo Penal
de Eivissa al considerársele culpable de utilizar su condición de
médico para abusar sexualmente de una paciente reclamó a través de
su abogado una pena de tres años de cárcel y más de 30.000 euros de
indemnización al marido de la mujer cuya denuncia le hizo a él
sentarse en un banquillo y a quien ahora se acusa de un presunto
delito de lesiones.
Lo hizo días atrás en la vista oral que se celebró para zanjar
la denuncia que el facultativo, a su vez, interpuso después de que
el esposo de la paciente se presentará en su consulta y
supuestamente le diera un fuerte puñetazo al no satisfacerle las
supuestas explicaciones que exigió al médico. Según la sentencia en
la que se condenaba al traumatólogo, éste se aprovechó de su
condición con una enferma de lumbalgia de 26 años a la que le
enseñó distintas técnicas masturbatorias tras colocarla en una
camilla diciéndole que con estos métodos iba a mejorar su vida
sexual, situación que según el juez no tenía nada que ver con la
naturaleza de la consulta. La mujer, en unos hechos ocurridos en
febrero de 2000, salió confusa de la consulta y posteriormente
necesitó tratamiento psicológico. Su marido, al conocer lo
sucedido, se citó, al parecer como paciente, en un encuentro que
terminó con la supuesta agresión al traumatólogo.
Este asegura que las lesiones sufridas como consecuencia del
ataque le han impedido hasta ahora reincorporarse a su ocupación
profesional. El fiscal, en este caso, pidió una pena de dos años de
cárcel para el ahora acusado y cerca de 6.000 euros de
indemnización.
El médico, por su parte, fue condenado en su día a una multa de
3.240 euros por los hechos que la responsable del juzgado de lo
Penal que vio su causa dio entonces como probados.
La víctima durante esta causa, sin embargo, decidió renunciar a
cualquier indemnización contentándose con que se condenara al
acusado a su inhabilitación. El médico, por contra, sí pide ahora
una reparación económica. En la sentencia por abusos se recoge como
cierto que el traumatólogo, tras «enseñar» a la paciente elaboró
luego «un croquis para que se lo entregara a su marido, y así éste
poder hacerle la técnica de los puntos posteriores o nalgas».
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