El niño Javier Arranz Gutiérrez, de 13 años, falleció tras recibir
el impacto de un cohete durante una sesión de fuegos artificiales
celebrada en Aranda de Duero (Burgos), donde la policía detuvo al
técnico de la Pirotecnia Zaragozana que trabajaba en el espectáculo
en el momento del suceso.
El accidente ocurrió la noche del pasado sábado, sobre las 23'40
horas, al parecer cuando uno de los tubos de un cohete expulsó una
bola que impactó en la cara del niño, quien murió en el acto, según
informaron fuentes policiales. El espectáculo pirotécnico se
desarrolló a las afueras de esta localidad de 30.000 habitantes, en
el parque «La Huerta», donde la policía trabajó durante más de tres
horas después del suceso para recabar pruebas periciales.
El operario, J.L.V.G., de 41 años, fue detenido como supuesto
autor de un delito de homicidio por imprudencia y, tras prestar
declaración ante la policía, estaba previsto que pasara a
disposición del Juzgado de Aranda de Duero. Aunque será necesario
esperar al resultado de las investigaciones sobre las
circunstancias en que se produjo la muerte del niño, el alcalde de
la localidad, Luis Briones (PSOE), explicó que el suceso pudo
ocurrir cuando «una de las carcasas que tenía que haber subido
verticalmente se disparó de forma horizontal, a muy poca
altura».
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