El hombre, de unos cincuenta años, identificado sólo con el
apellido Hwang, entró en el parvulario que administra una iglesia
en el barrio de Kunjadong, alrededor de las 12.40 horas (03.40
GMT), y atacó a los niños, de cinco y seis años de edad, mientras
almorzaban en compañía de tres maestros.
Alertada la policía, los agentes entraron al centro media hora
después de ocurrir el incidente por la puerta trasera y lograron
reducir y capturar al agresor. Según Yonhap, el individuo explicó
que no podía dormir y que escuchó una voz que le decía en sueños
que «sólo matando a una gran cantidad de gente podría seguir
viviendo».
La autoridades, añade Yonhap, sospechan que el individuo es un
enfermo mental, por lo que la autoridad judicial encargada del caso
ha ordenado que se le efectúen pruebas psicológicas para determinar
si es necesario ingresar al acusado en la prisión o en un centro
para desequilibrados. La noticia del salvaje ataque ha provocado
una gran consternación en Corea, donde los principales medios de
comunicación se hicieron ayer eco de lo sucedido y facilitaron
imágenes de los menores atacados, así como los testimonios
escalofriantes de los maestros que se encontraban con ellos en
aquellos momentos. La policía especial de Seúl se hizo cargo de las
diligencias y los inspectores examinaron durante varias horas la
cafetería en donde se produjo el ataque, cuyo suelo ensangrentado
evidenciaba los momentos de gran dramatismo que se vivieron.
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