Una joven marroquí, trabajadora de la empresa Eivispa y que
disfrutaba de su día libre, ha sido la última víctima que se cobra
el tramo de Ca na Negreta. El trágico accidente ha despertado en
los vecinos una oleada de indignación, saliendo a la luz las
innumerables reclamaciones realizadas por este vecindario para
encontrar soluciones conjuntamente con las instituciones.
«Hay que hacer algo, ya sea un semáforo, un túnel o un puente,
porque cada vecino que intenta salir a la carretera con su coche se
está jugando la vida». Así de rotundo se muestra Toni Marí,
responsable del Bar Toni ante el que se despliega un gran párking,
casi un oasis frente al ingente tráfico que ayer registraba la
carretera a las seis de la tarde. «Hay muchos semáforos por Eivissa
que no hacen tanta falta como aquí», apunta uno de los clientes,
sentado a la barra del bar.
Una reunión vecinal será el momento en el que tanto los
residentes en los barrios de Ca na Negreta, Can Ramon y el polígono
industrial (tanto vecinos como empresas) intentarán tomar cartas en
el asunto, reuniendo todas las firmas posibles para presionar a las
instituciones a la hora de buscar soluciones. Basta con echar un
ligero vistazo a la carretera en las diversas horas punta del día
para comprobar la inseguridad que vive el vecindario. «En ocasiones
hacen falta más de veinte minutos para lograr cruzar la calle a
pie, y es mucho peor cuando se trata de personas mayores», afirma
Mariano Torres, un vecino de Ca na Negreta.
Junto a él otros dos hombres recuerdan indignados las promesas
electorales no cumplidas. «Estamos dejados de la mano de Dios»,
aseguran y coinciden con Toni Marí al reclamar el cumplimiento de
las promesas hechas desde Santa Eulària, referentes a la
instalación de farolas (en la actualidad hay seis para el kilómetro
de carretera afectado por la polémica), semáforos, pasos de cebra e
incluso de alcantarillado y agua corriente, infraestructuras aún
inexistentes allí. «Deberíamos sentarnos en la carretera y no dejar
que pase nadie hasta que no nos ofrezcan algún tipo de solución o
atiendan a nuestras solicitudes», aventura con cierta ironía uno de
los clientes del Bar Toni.
«No pedimos mucho», añade Mariano Torres, mientras sus
contertulios recuerdan los semáforos colocados en Jesús. «La
situación allí ha mejorado bastante y aquí deberíamos tener también
alguno instalado». Pero más allá de las horas punta diarias, hay
una jornada que preocupa especialmente. Se trata de los miércoles,
como hoy mismo, en los que el mercadillo de es Canar a multiplica
considerablemente el volumen de tráfico de ida y vuelta desde Santa
Eulària. Camiones de transporte, autobuses, motos, turismos y
camionetas pasan incesantemente, y a gran velocidad, por Ca na
Negreta, donde siguen esperando soluciones.
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