«Llegué a pensar que nadie me encontraría, pero hubo un momento en
el que me reía de mí mismo e intenté componer una canción con el
silbato». Jurgen de Hohenlohe, el empresario alemán que pasó 14
horas sumergido en el mar tras naufragar el jueves por la tarde con
el yate «Mowgli», fue dado de alta el pasado sábado de la Clínica
Juaneda de Palma y, aunque la experiencia que vivió fue muy dura,
ahora ha recuperado la sonrisa y piensa en volver pronto a navegar.
El náufrago explicó que se encontraba en la cabina del yate
cuando notó el golpe de la ola y la embarcación se partió en dos
trozos. Pese a la urgencia del momento, tuvo tiempo de coger un
aparato de navegación (GPS), colocarse el chaleco salvavidas,
realizar una llamada de auxilio a sunovia con el teléfono móvil y
tirarse al mar. Lo mismo hizo Peter Melis, su compañero de
travesía.
Mientras Beatriz Delgado, novia del empresario, avisaba y se
iniciaba la operación de rescate, el náufrago se mantuvo durante
varias horas aferrado a un trozo de madera que se desprendió del
barco y llegó incluso a dormirse sobre la tabla.
Iban transcurriendo las horas y Jurgen seguía en el agua. Divisó
el helicóptero de rescate, cuya luz apuntó directamente hacia él,
pero no le vieron. La hora más crítica fueron las cuatro de la
madrugada. «Creí que ya nadie me encontraría porque estaba muy
lejos de la costa y tuve la idea de que lo mejor era matarme». En
ese momento, solo, cansado y con pocas esperanzas, su única
obsesión era buscar una solución rápida para evitar más
sufrimiento. Se colocó el cinturón en el cuello e intentó
asfixiarse. «Mi suerte fue que no tuve fuerzas para apretar»,
rememoró.
Hubo un instante en el que el náufrago se dio cuenta de que era
absurdo quitarse la vida. Pronto iba a amanecer y se reanudaría la
operación de rescate. Además, estaba seguro de que su novia Beatriz
iba a encontrarle. Poco a poco su estado de ánimo iba creciendo y
comenzó a mover las piernas y a cantar. Tres horas más tarde fue
encontrado por el helicóptero y trasladado a tierra.
A pesar del final feliz, el empresario alemán se siente dolido
por cómo se desarrolló el operativo de rescate. Su novia mostró la
misma opinión al referirse a aquella noche. «No entiendo como por
la noche un solo barco, que apenas se movió de su posición, estuvo
buscando a mi novio», afirma.
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