El juzgado de Instrucción número 3 de Eivissa ordenó el archivo
provisional de las investigaciones al no haber sido concluyentes
los resultados obtenidos con las pruebas genéticas con las que se
esperaba desenmascarar a la persona que en la madrugada del 30
enero de 1998 mató a golpes a la belga de 44 años y residente en
Santa Eulària Nadia Duchateau. Un examen detenido de cómo se
resolvieron estas pruebas, sin embargo, han planteado nuevas
pruebas que el juzgado ha considerado oportuno aclarar, todo ello
después de que una de las partes personadas en el caso recurriera.
La clave puede estar, según ha trascendido ahora, en unos pelos
que fueron hallados en la mano del cadáver y en restos de colillas
que aparecieron en el apartamento de la fallecida. Las analíticas
practicadas por el laboratorio no derivaron en la esperada
solución, bosquejada en una ecuación con una larga lista de
sospechosos que se sometieron a una prueba de ADN, al parecer, al
no haberse definido la importancia que podrían tener. La
investigación por la brutal muerte que padeció Nadia Duchateau,
hallada en el salón de su casa del paseo de s'Alamera con el cráneo
destrozado, entra así en una nueva fase. Los indicios han apuntado
hasta ahora que el crimen ocurrió por una cuestión relacionada con
las drogas.
El móvil, por ahora, se mantiene al no haber habido, según todo
indica, cambios sustanciales en la naturaleza de la investigación,
aunque sí en la necesidad de ahondar más sobre pruebas claras como
son los pelos encontrados en una de las mano de la víctima y en los
restos de cigarros que aparecieron por el piso. Los primeros se
creyeron arrancados directamente por la víctima al asirse al
homicida. Los nuevos indicios, tras la conclusión de las
analíticas, hacen pensar, por contra, que podrían ser de distinta
naturaleza y no de una única persona.
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