El derrumbe del edificio de Viajes Barceló cogió por sorpresa a los
inquilinos de las ocho viviendas que están ubicadas en el inmueble
colindante al siniestrado. «No he tenido ni tiempo de ver si en mi
casa hay grietas en la pared. Hubo como un crujido seco y luego fue
como sentir un terremoto por la sacudida que sufrió todo el
edificio. Sólo tuvimos tiempo para salir». Juan José Peciña, de 41
años de edad, hacía dos meses que había comenzado a vivir en el
inmueble que ahora ha sido desalojado a la espera de los informes
técnicos que analicen su estado.
La veintena de vecinos abandonaron rápidamente el edificio tras
el siniestro. José Manuel Galera, padre de dos hijos y residente en
alquiler del inmueble, acababa de salir de su casa para dirigirse
al trabajo cuando sucedió todo: «Estaba en la calle y escuché un
ruido muy grande. De repente había una gran humareda y pensé
enseguida en mi familia». José Manuel Galera aguardaba junto a su
familia, tres horas después del derrumbe, a que les indicaran en
qué hotel pasarían la noche.
Mientras, las bolsas de deporte y las maletas se acumulaban
sobre la acera. La policía permitió a los vecinos una breve entrada
en sus viviendas para que pudieran recoger los enseres y la ropa
que precisaran. Algunos de ellos pudieron constatar, sobre todo en
el primer piso del edificio, que consta de dos plantas y locales
comerciales en los bajos, algunas grietas. Pero los daños en este
edificio eran evidentes en la fachada unida al local derrumbado.
Allí, un balcón del primer piso había sido arrastrado al vacío, ya
que los dos edificios forman parte de la misma estructura.
Tras aclarar con los representantes de Barceló en qué hotel
dormirían durante este fin de semana, los vecinos se dirigieron
hacia Eivissa para presentar la correspondiente denuncia. Además,
las personas desalojadas expresaban sus quejas porque la compañía
no estaba dispuesta a pagar sus gastos: «Estamos en la calle, no
podemos ir a casa. Deberían pagarnos la comida mientras no podamos
regresar a nuestras casas», se quejaba uno de los vecinos.
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