Rafael M.M., natural de París, vecino de Eivissa y propietario de
un chiringuito en la isla, se enfrenta a diez a años de cárcel
después de que la Guardia Civil le sorprendiera el pasado mes de
febrero con medio kilo de cocaína. El sospechoso, juzgado ayer en
Palma por la Sección Primera de la Audiencia Provincial, alegó que
todo era fumador de cocaína y que toda la droga era para su
consumo. Según afirmó ante el tribunal, cada día se fuma una media
de seis gramos y había calculado que la cocaína, el medio kilo, le
iba a durar tan sólo dos meses.
Los agentes de Equipo de Delincuencia Organizada Antidroga
(EDOA) le intervinieron al acusado en la zona de Can Roig, en Santa
Gertrudis, un total de cinco paquetes, con un valor aproximado a
los cinco millones de pesetas. En su casa se hallaron luego
sustancia para adulterar la cocaína y dos balanzas de precisión.
Rafael M.M., pese a todo, defendió en el banquillo su inocencia y
manifestó que la sustancia para la mezcla era necesaria para no
ocasionarse el mismo grandes daños vista la pureza de la cocaína
que tenía en su poder. Asimismo declaró a la Sala que había
obtenido el dinero para comprar la droga no con la venta de más
droga sino gracias a una herencia recibida después de que su madre
vendiera un piso.
El sospechoso, en este sentido, indicó que vivía gracias a las
ganancias que obtenía de un chiringuito y que en otras ocasiones
por lo que había conseguido pinchando discos.
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