La pasajera de un avión ha denunciado ante la el servicio de la
Guardia Civil del aeropuerto de Eivissa las irregularidades que
pudieron cometerse en un vuelo que le llevó a Eivissa después de
que su perro muriera poco después de aterrizara en la isla tras
despegar de Madrid. La Asociación para la Defensa de los Derechos
de Animal (Adda) también ha tomado cartas en el asunto y ha pedido
una investigación sobre este caso, alertando además que deben
tomarse medidas en los viajes aéreos y marítimos en este tipo de
transportes.
La denunciante tomó a un vuelo a Eivissa el pasado día 9 de este
mes. Su perro, de raza pequinesa y de nombre «Boby», fue trasladado
a instancias de la compañía a la bodega de equipajes con una caja
de transportes reglamentaria que facilitó la propietaria del
animal. En su relato de los hechos, indica que recogió a su perro
en la misma cinta de transporte de equipajes cuando llegó a
Eivissa. Según esta misma denuncia, se encontró al pequinés con
síntomas de asfixia; mojado por sus propios vómitos, con los ojos
fuera de su órbita y con los dientes rotos, así como con
disfuncionalidades motrices en sus patas traseras.
La pasajera, que mostró su extrañeza porque días antes la
compañía responsable del vuelo le había pesado el perro con tres
kilos menos, decidió llevarlo a un veterinario. Horas después, se
certificó la muerte de «Boby», que no pudo superar la insuficiencia
respiratoria que tras el examen facultativo se le diagnosticó.
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