Algunos de los que estaban a sus órdenes en el ejército definían a Ramón Gotarredona Prats como «un jefe de los duros». El que llegó a ser el primer teniente general de las Pitiusas intentaba poner a prueba a sus soldados y no dudaba en llamar al orden a los oficiales cuando les pillaba en alguna falta.

Gotarredona nació en Ibiza en 1898 y su destino como militar estaba escrito desde su infancia, ya que era hijo de un comandante de Infantería.

Ingresó en la academia militar en 1913 y, en apenas unos años, fue ascendido a capitán y destinado a diferentes guarniciones de la península y el norte de África.

El militar ibicenco, destinado en Tetuán, participó en el levantamiento nacional y, en julio de 1936, se puso a la cabeza de la insurrección militar en los territorios de administración española del norte de África. El apoyo al comandante general Franco le valió para establecerse en Salamanca y ser ascendido a comandante.

Durante la guerra, hizo misiones de enlace entre los frentes de Madrid, Aragón, Vizcaya, Santander y Asturias y fue nombrado jefe del estado Mayor de la primera división de Navarra. Participó en las operaciones de ruptura del frente de Teruel y la conquista de poblaciones como Móra d’Ebre, Ascó, Flix, Ribaroja, Alcanar y Ulldecona, que sirvieron para cortar las comunicaciones entre el territorio valenciano y Catalunya.

Franco le felicitó por su decisiva actuación en la batalla del Maestrat y en 1939 se trasladó a Barcelona para formar parte de las tropas que desfilaron delante del general.

Con la dictadura franquista, Gotarredona siguió haciendo carrera en el ejército español y en 1958 se hizo cargo del comando del ejército español en el norte de África.

El techo de su carrera militar lo alcanza en 1961, cuando es ascendido a teniente general y nombrado jefe de las fuerzas de tierra, mar y aire y capitán general de Canarias.

En 1964, a los 66 años de edad, abandona el mando militar y la gobernación del norte de África y fija su residencia en su isla natal. El teniente general Gotarredona murió en 1968 en Palma tras una vida dedicada al ejército con una intachable hoja de servicios bajo las órdenes de Franco.

En reconocimiento a su labor en el ejército, la ciudad de Ibiza decidió dedicar una calle en el centro al que fue el militar con mayor rango de las Pitiusas y el único teniente general hasta el nombramiento, en 2010, de otro ibicenco, Alfredo Cardona, también con el mismo grado.

Calle Tinent General Gotarredona

Un levantamiento militar que se cobró un centenar de muertos

El 18 de julio, día del levantamiento de una parte del ejército, se inició la represión de las personas de izquierdas que acabó con el encarcelamiento de unas 60 personas en el Castillo de Vila.

El vuelo de aviones republicanos que lanzaban proclamas invitando a la rendición provocó el éxodo de los ibicencos al interior de la isla. El 8 de agosto, una expedición comandada por Alberto Bayo desde Barcelona, desembarcaba a Pou des Lleó e iniciaba camino hacia la ciudad de Ibiza.

Ante la inminente llegada de los republicanos, los militares sublevados liberaron a los presos del Castillo. Bayo ordenó la captura de todas las personas vinculadas al golpe.

El 13 de septiembre, tres aviones italianos bombardearon el puerto y Dalt Vila causando unos cuarenta muertos. Esa misma noche se produjeron los denominados ‘hechos del Castillo’ y un grupo de milicianos fusiló a 93 prisioneros.

A partir de ese momento, la derrota republicana era un hecho y se inició el exilio de muchos pitiusos que se alargaría durante décadas.