Tony Bonet durante la entrevista que le realizó Agustín Prades.  | TEF

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Uno de los pilares de la Moda Adlib, el diseñador Tony Bonet, protagoniza ‘Bona nit entrevistes’, en la TEF.

— Usted, ¿dónde nació?

— En Ibiza. Soy de Sant Jordi y mi madre de Sant Rafel. Crecí en una familia normal. Mi padre era pastelero y mi madre, ama de casa. Recuerdo que desde mi ventana se veía el obrador de mi padre y a las dos de la mañana ya estaba trabajando. Era muy sacrificado. Tengo un hermano gemelo que se dedica al mundo de la moda y mi hermana tiene parte de culpa de que me dedique a esto. Además, es más famosa que nosotros porque es la dependienta de una de las mercerías más conocidas de Ibiza. Ella comenzó a hacer Corte y Confección y aquellos puntos que eran más aburridos de coser, nos los hacía hacer a nosotros. Los hermanos, además, nos habíamos movido mucho en el mundo de la moda porque la hermana de mi abuela cosía a comisión para Dora Herbst. La primera vez que cosí un botón fue cuando ella nos lo dijo.

— ¿Llegó a trabajar en el obrador?

—Alguna cosa hice, pero era más como un castigo porque había hecho alguna cosa mal.

—¿Y ahora es más de dulce o de salado?

—Creo que me gusta más lo salado, aunque va a temporadas. Ahora, estoy en un momento en que me cuido más.

—¿Cuándo notó esa atracción por el mundo de la moda?

—Nos gustaba mucho el carnaval y los disfraces y, o sacábamos de las revistas los patrones, o mi hermana los sacaba y después nosotros seguíamos. Fueron las primeras puntadas en el mundo de la moda. Yo es que soy un carnaval. La vida es aburrida y hay que darle diversión. También había ayudado a mi abuela, que vestía de payesa, a hacer alguna cosa. De pequeño, yo era de aquella gente que pasaba inadvertida, muy tímida. Si no me conocen, este mundo de postureo es un problema porque me retraigo mucho.

—¿Y cuando tiene que salir en una pasarela?

—Pero allí ya no soy yo. Es mi trabajo. El resultado de varios meses. Si debo conocer a gente nueva, sí me cuesta.

—¿Le cuesta desprenderse de algún vestido?

—De algunos sí. Yo hago el prototipo, las modificaciones, y de algunos me cuesta porque los vamos creando lentamente. Con las novias, nos gusta mucho personalizar los vestidos. Tengo una clientela con un estilo muy marcado.

—¿Recuerda sus momentos en la escuela?

—Sí, estudié en Can Misses y había profesores que me gustaban mucho. En algunas clases nos enseñaban a coser y recuerdo que una vez hicimos una especie de peluche. Tengo recuerdos diversos porque éramos muy tímidos y no éramos muy populares. Una vez que jugué al baloncesto, me rompí el codo.

—¿Y cómo era la Ibiza del momento en que comenzaron a salir?

—Hemos sido unas personas muy tranquilas, sin una vida social muy intensa. En verano venían unos amigos franceses y estábamos todo el día en la playa. Después, bajábamos a Vila y nos gustaba mucho todo ese movimiento en el puerto. Todo depende de los lugares a los que se vaya. Todavía hay zonas con mucha tranquilidad. Mi fiesta es estar en el taller. Soy una rata de taller.

—Si le pidieran que rescatara a un personaje histórico.

—De la moda hay tantos personajes interesantes. Está el pintor Gustav Klimt y su mujer. Era diseñadora, pero no fue tan lista como Chanel. También sería interesante hablar con Alexander McQueen.

—¿Hay que tener mucha mano izquierda para moverse en este mundo?

—Hay que tener los pies en el suelo. Es un mundo muy bonito, pero tiene también sus sombras. No es un mundo tan fácil como la gente cree y lo que hoy es bueno, mañana no. Me gustaría que se viera aquello que hay detrás de un desfile. No es tan fácil, y más con Adlib. Resetearse y crear algo nuevo, supone muchas horas de dibujo.

Tony Bonet durante un momento de la entrevista.

—¿Cómo define su estilo?

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—Me considero un artesano de la moda. Soy un purista, pero con la mano abierta. Me gustan las tradiciones y he aprendido a hacer ropa de payesa, pero reconozco que si no lo utilizo para las novias, puede llegar a perderse. Fui uno de los primeros en Baleares en tener las cartas de modista y patronista, aunque soy más técnico. Soy diseñador y no puedo evitar estar dibujando todo el tiempo. En Artes y Oficios, sin embargo,    tenía vergüenza de mis dibujos porque lo peor es que me hagan copiar una imagen. Después, tengo la facilidad de crear bocetos con rapidez. Siempre he sido inseguro. Hoy en día la juventud sólo quiere el postureo pero, si se quiere ser diseñador, hay que saber coser, conocer las bases. Yo he cosido y descosido mucho. Soy diseñador, pero más patronista.

—¿Es usted un buen jefe?

—Es que no soy jefe, soy compañero. He sido costurero, modista, y he hecho producciones para varios diseñadores. Creo que lo importante es hacer piña y saber facilitar el trabajo. Soy muy tranquilo y los desfiles y todo pasa por mis manos. Mi terapia es planchar porque, psicológicamente,    significa que el trabajo está hecho. La gente no le da importancia a la plancha y puede hacer que un vestido mal cosido acabe bien y al contrario.

—¿Cuál es su protocolo de creación?

—Hoja en blanco y comenzar con una idea base. Ir empezando a bocetar, buscar telas y detalles. Después, hago una pequeña selección. Hago los patrones o en plano o sobre los maniquíes, lo cual me gusta mucho porque puedes mirar los volúmenes. Todo lo que se puede hacer en patrón, se puede coser. Además, tener un buen equipo es importante y también ser consciente de lo que uno puede hacer. Cuando sufrí el incendio y tuve que comenzar desde cero, vi que ser independiente es muy importante.

—¿Fue un antes y un después en su carrera ese incendio en el taller?

—Mentalmente sí.

—¿Qué materiales utiliza habitualmente?

—Algodones y encajes, pero si el modelo o el diseño necesita algo diferente, lo buscaré. En ocasiones, para sacar volúmenes necesitamos otras cosas.

—¿Conoce los orígenes de Adlib?

—Yo conozco la historia que me han contado. También hay que decir que tenemos suerte porque es una de las pocas marcas mundiales con más de 50 años de historia. En Ibiza tenemos grandes mitos de la moda y, sobre todo, una influencia importante. Para mí, Dora (Herbst) es un mito de la moda ibicenca.

—¿No le ha llamado Cristina Pedroche para las campanadas?

—No, aunque para llegar a esta gente, en ocasiones, lo que cuenta es lo que hay por ahí, que es la parte gris de la moda. Si no hay contactos, no se viste a según qué personas.

— ¿En qué momento está la moda Adlib?

—En un momento de cambios. No se sabe si a mejor o a peor. Como todo, la moda es cíclica. Somos 14 diseñadores que hemos sabido evolucionar y adaptarnos. Como Tony Bonet, bebo de mis fuentes, pero siguiendo mis tendencias y movimientos artísticos. Nos vamos reinventando. Hoy llevas blanco y mañana, no. Además, es una industria y hay que saber adaptarse. También, con el tiempo han llegado las novias y eso ha salvado a muchos diseñadores. Tenemos una producción limitada y debemos saber contra quién hay que luchar.

—Si le hablo de Amancio Ortega.

—Creo que es un gran empresario que lo está haciendo muy bien y no tendríamos que demonizarlo.

—¿Se ha comprado una vitrina nueva para todos los premios?

—No tengo vitrinas. Si hablo de premios, no presumo de lo que tengo. Son cosas que han venido y que hacen ilusión, pero nunca habría esperado esos premios. Es algo muy importante.

—¿Qué impresiones recoge cuando van a ferias?

—Depende. En París se valora mucho que sea un producto artesano, la denominación de origen y la calidad que tenemos aquí. La marca Ibiza abre y cierra puertas porque tenemos lo bueno y lo malo. Siguen pensando que aquí es todo fiesta y postureo.

—¿Se dan ayudas por parte de las instituciones?

—Se están moviendo. El Govern también se está moviendo para crear una moda balear. Habrá que ver qué quieren hacer. Soy tranquilo, pero si me tengo que pelear, me peleo por Adlib. Ahora se está trabajando y externalizando y hay cantera.