El paisaje de los almendros en flor durante el mes de febrero ha sido el paisaje siempre vinculado con el Pla de Corona. Una de las imágenes más significativas de la isla de Ibiza de antaño. Sin embargo, con el paso de los años esta bucólica escena ha dejado paso a una mucho más triste: cada vez menos almendros con vida, que ofrezcan esas flores blancas tan características. Por ello, el Consell d’Eivissa emprendió un plan piloto de plantación de estos árboles que este mes cumple ya seis años. Con este motivo, durante la mañana del sábado se ha realizado una jornada de recapitulación sobre dicho plan en el Centro Social de Santa Agnès.
Desde las diez de la mañana el Centro Social de Corona ha acogido una charla a cargo de Josep Lluís Joan, ingeniero agrónomo y técnico del Consell, en la que ha estado abordando todas las cuestiones relacionadas con ese plan piloto. Las más importantes han tratado sobre las diferentes variedades que existen: desde las autóctonas propias de la isla, como la pau o la espineta, a las nuevas, tales como la antoñeta, o las portainjertos, como el GF 677 o el Rootpack R.
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Todas ellas presentan ventajas en algunos aspectos, como podría ser la mayor resistencia ante los hongos, o una floración más tardía – un objetivo que lleva años buscándose porque así es más fácil evitar las heladas de invierno que estropeen la siembra – , mientras que otras pueden ser de mayor gustosidad o de un fruto de mayor tamaño.
Durante la presentación, entre otros muchos aspectos, Josep Lluís Joan ha abordado el tema del regadío. Pese a que las precipitaciones anuales habituales son de «entre 300 y 400 litros por metro cuadrado, y al almendro le valdría con 200 litros por metro cuadrado, los rendimientos son mucho mejores en plantaciones de regadío». En este sentido, el técnico agrónomo ha apuntado que «con tan solo una pequeña cantidad de regadío se puede conseguir duplicar la producción».
Ingresos y costes
«El precio de la almendra es una tomadura de pelo, ya no para el trabajador del campo, sino para la especie humana», ha asegurado Miquel Bonet, uno de los agricultores participantes en el plan. Y es que los años «en los que las almendras y la venta de cordero suponía la mayoría de los ingresos en el campo», como ha explicado Josep Lluís. Los motivos tienen que ver con el estilo del mercado de las almendras: en el estado de California, que es el que determina el precio de este fruto, se cultiva de manera intensiva y de manera completamente mecanizada, siendo así mucho más productivo de lo que se es en Ibiza. «No tiene sentido entrar a competir en el mercado a granel porque los precios muy insuficientes», ha explicado el técnico del Consell. «A día de hoy el almendro es una cuestión más paisajística que económica», ha añadido en este sentido.
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Sobre una posible solución a esta situación, ha tratado «la necesidad de crear un producto diferenciado, remarcando el carácter de producto local y de proximidad, que refleje su valor añadido, al estilo que se hace con la sal de Ibiza».
El agricultor que ha realizado esa queja, Miquel Bonet, es originario de Corona, de donde marchó hace años, pero ya hace diez que regresó. En ese momento, volvió a cultivar el campo «por respeto a las tradiciones y a la familia, padres y abuelos, que han sido payeses de aquí». Su finca forma parte de ese «plan piloto».
Sobre el tema del precio, ha insistido en la necesidad «de crear ese producto diferenciado, que suponga un valor añadido» porque con lo que se cobra a día de hoy por la almendra «ni tan solo da para cubrir gastos».
Como él, Toni Bonet es originario de Santa Agnès, y sus fincas «siempre han estado pobladas de garrovers y atmetllers». Una hectárea de sus fincas se prestó también a ese plan piloto impulsado por el Consell hace ya seis años.
Sobre el precio, también ha incidido en el precio «que es ahora la mitad de lo que era hace 20 años. Económicamente, es muy difícil de sostener con estos precios, ya ni hablar de obtener rentabilidades».
Visitas a las plantaciones
Tras la charla técnica, y una pequeña parada para desayunar y recuperar fuerzas, la comitiva ha visitado las plantaciones de almendros del Pla de Corona.
Ahí, sobre el terreno, se ha visualizado lo que Josep Lluís ha estado exponiendo con datos durante más de una hora. Se han observado las diferentes especies de árboles, y su evolución.
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Como ha explicado el técnico «los almendros tardan unos cuatro años en empezar a dar cierta cantidad de fruto». Sin embargo, a partir de esa edad, la cantidad no deja de crecer. «Lo normal es que árboles como este, con el paso de los años, pueda llegar a dar hasta 10 kilos de fruto al año».
Con todo y con ello, después de seis años desde el comienzo de ese plan piloto, el objetivo sigue siendo que una de las estampas más características y propias del campo ibicenco, la de los almendros en flor de Corona, no desaparezca definitivamente del imaginario colectivo.
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Muy interesante!