Las tareas han empezado esta semana. | Ayuntamiento de Ibiza

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El Ayuntamiento de Ibiza se ha puesto las pilas en lo que a la gestión del ciclo del agua se refiere. A la espera de la redacción del proyecto final para evitar la salinización del agua antes de llegar a la depuradora, la Concejalía de Medio Ambiente, dirigida por Jordi Grivé, interviene ahora de urgencia en los cinco puntos más críticos de la red en lo que a filtración de agua de mar se refiere. Tres están localizados en el puerto y los dos restantes se encuentran en Talamanca.

Grivé ha recordado que el Consistorio tiene «el compromiso de no desperdiciar agua» y de «cerrar el ciclo del agua». En esto juega un papel fundamental la reutilización del agua una vez depurada. Pero la depuración no es posible si el nivel de sal que presenta antes de llegar a la depuradora es elevado. Un problema que el concejal ha calificado de «histórico» y para cuya resolución el Ayuntamiento contará con una partida de 1,9 millones de euros procedente del impuesto de turismo sostenible.

Grivé ha puesto un ejemplo para que los ciudadanos puedan entender qué está pasando: un litro de agua de mar tiene unos 40 gramos de sal, mientras que un litro de agua potable apenas tiene sal. A la depuradora llega en estos momentos agua con más de 25 gramos de sal por litro. Algo que supone un gasto de energía ineficiente pues se trata de agua imposible de reutilizar una vez depurada y que, además, afecta a los sistemas de depuración.

En este escenario, Vila, junto con Aqualia, ya ha detectado los puntos de la red de alcantarillado en los que se están produciendo estas filtraciones de agua salada. Y, mientras se redacta el proyecto definitivo, ha decidido intervenir en los puntos donde estas filtraciones son más preocupantes. Una intervención que, según ha explicado el jefe de servicio de Aqualia en Ibiza, David Bernaus, consiste en inyectar resinas expansibles en los puntos por los que se está filtrando el agua salada para, después, impermeabilizar esos pozos, muy afectados por la propia erosión que provoca el agua salada. Esta reparación, ha añadido Bernaus, puede llegar a durar unos 20 años.

Bernaus también ha explicado que el proyecto general consta de tres fases. Una primera de monitorización con medidores de conductividad en continuo para detectar la presencia de agua salada. La segunda, inspecciones robotizadas para localizar los puntos por los que está penetrando el agua del mar en la red. Y la tercera de reparación y modernización del sistema para evitar que esto siga produciéndose. Ahora mismo, ha añadido el responsable de Aqualia en Vila, «se están revisando todos los datos» y se ha tomado la decisión de intervenir en donde «se ha visto que es más grave». Estos datos, además, serán la base para la redacción del proyecto definitivo.

La política de Vila en lo que al agua se refiere, ha recordado, por su parte, Jordi Grivé, se basa en dos objetivos: no desperdiciar «ni una gota de agua buena» y «desalinizar para poder depurar y reutilizar». Objetivos en los que jugarán un papel primordial la nueva depuradora, que ya en marcha y la nueva contrata de agua. Grivé ha señalado que espera que esta nueva contrata pueda ser adjudicada antes del próximo verano. Y la nueva adjudicataria sí que tendrá entre sus cometidos el de controlar la salinización de las aguas residuales, algo que ahora, con el contrato prorrogado desde hace más de una década, no sucede.

«La nueva contrata», ha indicado en este sentido el concejal, «tendrá que vigilar los sensores que ya están instalados, igual que controlará las fugas de agua potable. La contrata actual lleva prorrogada 14 años. Un tiempo en el que no se ha hecho ningún tipo de inversión. En los pliegos de condiciones de la nueva queda bien claro que la reutilización del agua es importante. Además, es una contrata que estará bien dotada económicamente (17 millones de euros para inversiones en ocho años), lo que permitirá dar un salto cualitativo grande en el servicio del agua».