Fina, Maria, Marga, Emili y Joan Costa en s’Hort de sa Llavanera. | Toni Planells

S’Hort de sa Llavanera es un espacio comunitario que simboliza el compromiso con la tierra, la sostenibilidad y la cohesión social en el pueblo de Jesús. Este proyecto nació en el otoño de 2023 gracias a la iniciativa de un grupo de residentes vinculados a la asociación vecinal Jesús en Transició.

Desde entonces, la pequeña parcela rural, cedida por la familia Lluc-Gall y situada en la finca agrícola de Can Rimbau, se ha convertido en un referente de colaboración vecinal y buenas prácticas medioambientales.

«Es una manera de reivindicar el espíritu de reciprocidad que había antes entre vecinos a la hora de hacer algunos trabajos», subraya Joan Costa, impulsor del proyecto, mientras pone como ejemplo «una vecina de la finca que enviudó con cuatro hijos y todos los vecinos la estuvieron ayudando durante años. Sobre todo cuando se juntaban todos los vecinos con carro para hacer una ‘duita’ para llevar todas las piedras para hacer una casa o las matanzas, en las que se sigue juntando todo el vecindario para hacer algo en común». Con este «espíritu de reciprocidad», el objetivo principal de s’Hort de sa Llavanera es ofrecer un lugar donde los vecinos puedan cultivar alimentos saludables utilizando técnicas sostenibles que cuidan el suelo agrícola. Sin embargo, este espacio no solo es un huerto, sino también un punto de encuentro intergeneracional donde los residentes de todas las edades pueden conocerse, compartir experiencias y fortalecer los lazos comunitarios. En definitiva, «un lugar en el que hacer comunidad, cambiar algunas dinámicas y también luchar por el territorio», tal como define Costa.

Intercambio

Cada semana, los participantes se reúnen para llevar a cabo diversas tareas: plantar, cuidar las hortalizas y árboles, fabricar compost y mantener las instalaciones. En este contexto, el esfuerzo compartido se traduce no solo en frutos de la tierra, sino también en el fortalecimiento del tejido social del pueblo. «Hay un gran sentimiento de hermandad y de intercambio: todo el mundo que viene se lleva alguna cosa a casa, pero también todo el mundo ofrece alguna cosa, no solo ayuda a la hora de trabajar el campo: hay quien nos trae limones de su huerto, quien nos ofrece clases de yoga o quien construye unas cocinas de juguete para los más pequeños». Y es que, además de las actividades habituales, el proyecto organiza talleres temáticos, visitas escolares y eventos especiales que promueven la cultura local y la conexión con la naturaleza.

Un ejemplo destacado de estas actividades es la que se organiza este sábado, cuando se ha programado la ‘Festa de la tardor a l’Hort’ en la que el ingeniero Andreu Vila impartirá un taller sobre la plantación de árboles y Fina Planells hará lo propio con la elaboración de cabello de ángel. La fiesta se coronará con una gran sardina popular tras la degustación del cabello de ángel de Fina. La veintena de árboles que se plantarán este sábado son frutales que parten de la iniciativa ‘apadrina un árbol’ surgida del mismo Hort de Sa Llavanera.

Premio

El impacto de s’Hort de sa Llavanera no ha pasado desapercibido. El proyecto recibió el premio Amic de la Terra, otorgado por la organización ecologista Amics de la Terra Eivissa, como reconocimiento a su labor en pro del medio ambiente y la comunidad. Este galardón reafirma la importancia de iniciativas como ésta, que demuestran que pequeñas acciones locales pueden generar grandes cambios.

El significado del huerto a la hora de crear comunidad quedaría patente en uno de los actos más emotivos del más de un año de historia de la iniciativa: la despedida de María de las Heras y su hijo Marc, quienes tras colaborar durante casi un año emprendieron un nuevo proyecto en Galicia. Este adiós fue celebrado con diplomas, dulces caseros y la última sandía de la temporada, reflejando el carácter humano y cálido de la comunidad que forma parte del proyecto.

Seguir creciendo

S’Hort de sa Llavanera sigue creciendo, adaptándose a las estaciones y sumando experiencias. Y proyectos como el de la instalación de un gallinero móvil construido con materiales reciclados o el futuro proyecto de compstaje del que «no tenemos ninguna duda de que será todo un éxito», tal como asegura Costa. Desde arrancar patatas en primavera junto a voluntarias hasta recibir a los alumnos de primaria en actividades educativas, este espacio no solo cultiva alimentos, sino también valores esenciales como la solidaridad, el respeto por el medio ambiente y el trabajo colectivo tan común hace tan solo un par de generaciones.

n un mundo donde la desconexión con la naturaleza y la individualidad predominan, s’Hort de sa Llavanera es un recordatorio de que sembrar juntos puede cosechar mucho más que alimentos: puede dar lugar a una comunidad vibrante y unida.