Llorenç Córdoba. | Archivo

Si Lorenzo Córdoba reclama un senador para Formentera, den por hecho que no lo habrá. Pudo haber pedido que llueva y habría tenido el mismo efecto. El Consell de Formentera ha caído en la más absoluta irrelevancia institucional y política gracias a este personaje, el político más oportunista e irresponsable que se ha visto al frente de una institución de Baleares en los últimos 40 años, al menos. Como si no sucediese nada raro en la Pitiusa del sur, convoca a todo el mundo para soltar un discurso institucional en el Día de la Constitución, pronuncia un discurso que escasamente duró 10 minutos –algo que los asistentes agradecieron– y ¡au! Cada mochuelo a su olivo. Cada cual a sus tareas y él a cobrar otro mes más sin hacer nada de provecho. Es la personalización de la insignificancia, la mediocridad y el engaño. El presidente fake, que ni preside, ni decide ni nada de nada, pero cobra su nómina, que es lo único que a él realmente le importa.

En Corea del Sur se han unido todos los partidos para echar al presidente que se atrevió a declarar la ley marcial para impedir una votación en el parlamento para echarle del poder. Está claro que Formentera no es Corea del Sur i Sant Francesc Xavier no es Seúl, de modo que no podemos esperar de los partidos políticos de esta tierra que se pongan de acuerdo para poner fin a la tiranía del mariscal Córdoba y le saquen de la presidencia que tan indignamente ejerce.

Si algo habrá tenido de bueno todo este estrambote insular, habrá sido evidenciar en manos de qué tipo de políticos estamos, incapaces de apoyar una moción de censura si no son ellos los elegidos para suceder a Córdoba. ¿No es para echarse a llorar?

Nadie debió asistir a la celebración del 6 de diciembre en el Consell de Formentera, porque allí no rige la Constitución. Hay una dictadura que finge ser una democracia, pero ya no cuela. Nada de lo que sucede allí tiene en cuenta a la ciudadanía y únicamente están sobre el tablero los intereses personales de unos pocos de los miembros del pleno de la institución insular. No se engañen. Es todo un teatro indecente, una escenificación vergonzosa y fraudulenta, un simulacro falso de democracia representativa. No hay en la política de Formentera ni un mínimo de dignidad o respeto por la ciudadanía.

Lorenzo Córdoba es el mayor responsable de todo, pero muy de cerca le siguen los dirigentes de Sa Unió, Gent x Formentera y PSOE. Y ya únicamente cabe encomendarse a la UCO para detener el mayor ataque al régimen constitucional de 1978 que tiene lugar en territorio nacional. Lo de Formentera pasará a los libros de historia como uno de los mayores, si no el mayor caso de infamia política perpetrado en España desde la Marbella de Jesús Gil y Gil. Y eso no lo soluciona ni uno ni 40 senadores que pongan en Formentera.