Maria Ferrer Ribas, primera ibicenca que accede a la Carrera Judicial y Fiscal. | Irene Arango

Maria Ferrer Ribas (Eivissa, 1996) es una ibicenca de Vila que se ha convertido en la primera vecina de Ibiza que accede a la Carrera Judicial y Fiscal por la categoría de jueza. Hace dos semanas que aprobó estas oposiciones, pero esta risueña y joven mujer sigue asimilando que logró aprobar estas complicadas oposiciones después de seis años de esfuerzo y sacrificio. No obstante, señala que siempre tuvo claro que ser jueza era su sueño desde adolescente. Un sueño que han avivado en todo este tiempo su familia y amigos, su gran apoyo durante este largo proceso, y su preparador Gonzalo. Tras las oposiciones, Maria tiene que formarse en la Escuela Judicial y realizar dos fases de formación antes de poder elegir destino, aunque ella tiene muy claro que su deseo es poder ser jueza titular de un Juzgado de Primera Instancia en Ibiza.

—Enhorabuena por aprobar las oposiciones a la Carrera Judicial y Fiscal, y el ingreso por la categoría de jueza. ¿Cuándo descubrió esta vocación?
—La idea se fue gestando. Cuando era pequeña quería ser médico porque siempre me ha gustado mucho saber cómo funciona el comportamiento humano en general; siempre me ha interesado. No obstante, cuando cursé segundo de Secundaria se empezó a gestar esa idea dirigida hacia el Derecho y la figura del juez, especialmente cuando fui conociendo más sus funciones y sus características. Poco a poco comprobé que estas cualidades se asemejaban más a lo que yo quería ser y, también, a mi forma de ser. Siempre lo he tenido claro.

—¿Qué representa para usted esa figura de juez que ayudó a decidirse por esta profesión?
—Representa la imparcialidad, la objetividad y la independencia.

—¿Por qué cree entonces que existe esa desconfianza de la ciudadanía en el poder judicial y una mala imagen de jueces y magistrados?
—Creo que, más que desconfianza, es desilusión. A veces es evidente que en algunas situaciones existe una escasez tanto de recursos técnicos como de medios materiales y esta realidad conlleva a una descoordinación entre lo que quiere la propia sociedad, que es una justicia rápida, y lo que la Administración puede ofrecer a los ciudadanos. Esta descoordinación también existe entre las administraciones públicas y esto provoca situaciones que llegan a generar esa desilusión en la sociedad que podríamos llegar a calificar como desconfianza. También creo que la sociedad tiende a adoptar actitudes más instantáneas con la exigencia, por ejemplo, de la simplificación del mensaje jurídico, pero el Derecho va en contra de esta instantaneidad, aunque reconozco que es cierto que la Justicia tendría que ser más rápida y eficaz para encontrar ese equilibrio.

—Hace dos meses que aprobó las oposiciones y en enero de 2025 comenzará la formación en la Escuela Judicial. ¿En qué consiste este curso?
—Sí, hace dos meses aprobé la oposición y después estaré un año en la Escuela Judicial de Barcelona, que es donde verdaderamente te enseñan la profesión: desde poder redactar resoluciones hasta conocer el desarrollo de un juicio. Esta fase me hace mucha ilusión porque es una etapa que podré compartir con compañeros que también acaban de salir de la misma cueva (Se ríe).

—Tras esta etapa, ¿qué otra fase contempla la formación?
—Luego, cuando terminas esta formación en la Escuela Judicial tienes que realizar el periodo de seis meses de prácticas tuteladas y, después, otros seis meses laborales de sustitución y refuerzo en los que ya trabajas en un Juzgado. En la fase de prácticas tuteladas trabajas cerca de un juez que te tutela, aunque puede delegar en ti la tramitación de algún expediente o resolución. La fase de sustitución y refuerzo se enfoca en el trabajo dentro de un Juzgado donde podrás tramitar ya tus propios expedientes.

—Teniendo en cuenta estos plazos, tienen que pasar más de dos años desde que se aprueban las oposiciones hasta la toma de posesión como jueza en el destino adjudicado.
—Exacto, se celebrará el acto de entrega de despachos a los jueces y juezas de la promoción de la Carrera Judicial cuando hayas elegido destino y tomes posesión.

—¿Cómo ha sido el largo y duro camino para hacerse un hueco en la Carrera Judicial?
—He tardado seis años, dos meses y diez días; ni uno más ni uno menos. Cuento desde el primer día que me puse a estudiar hasta el día que aprobé el último examen. Han sido seis años duros porque tu vida se simplifica y se reduce mucho, sobre todo durante el último año porque el proceso selectivo consta de tres exámenes y entre la primera y la última prueba transcurren unos nueve o diez meses. No obstante, también han sido bonitos – no sé si es un poco el síndrome de Estocolmo – porque es una etapa con mucho crecimiento personal que te permite conocerte más a ti mismo y hacerte más fuerte.

—¿Qué diría que ha sido lo más duro a la hora de prepararte las oposiciones? ¿Ha tenido que renunciar a muchas cosas?
—Yo no diría renunciar, sino posponer. Especialmente es difícil a la hora de tener tiempo libre porque este ocio se reduce a un día libre durante la semana. Todo se reduce, por ejemplo, los hobbies y el número de viajes, tanto los días como la frecuencia. Sin embargo, eres consciente de que estás luchando por un sueño y, por lo tanto, estas renuncias por así decirlo, las haces a gusto.

—¿Cuántas horas al día aproximadamente estudiaba durante la preparación de acceso a la Carrera Judicial?
—Depende un poco del momento en el que estés durante la preparación. No es lo mismo estar dentro de los nueve meses de convocatoria para el ingreso que estar en la fase crucero, que era la etapa vivida durante el primer año y segundo año donde todavía no estás preparada para presentarte a la convocatoria. Podríamos decir que en la fase crucero estudiaba de media unas ocho o nueve horas y en los últimos meses cerca de diez horas diarias. No te negaré que algún día seguramente fueron doce, incluso catorce horas.

—Imagino que el apoyo de familiares y amigos al opositar ha sido clave para lograr tu sueño.
—Este apoyo ha sido absolutamente imprescindible. El soporte, tanto de mi familia como de mis amigos, ha sido esencial. El otro día reflexionaba sobre ello – ahora que tengo tiempo para reflexionar – y considero que he tenido mucha suerte porque nunca nadie ha puesto en duda mis sueños y siempre han estado a mi lado, tanto en los fracasos como en los triunfos. Tener siempre ese apoyo, decidas lo que decidas y sea el resultado que sea, es imprescindible y les debo mucho.

—¿Qué cree que puede aportar la juventud, cada vez son más jóvenes los que ingresan, a la Carrera Judicial?
—Creo que tanto la juventud como la experiencia son absolutamente imprescindibles. Una mirada joven aporta nuevas realidades e ideas más transgresoras e innovadoras, que no rupturistas, que en algún momento pueden generar más vértigo. Considero que una combinación de ambas logra el equilibrio de la propia Justicia.

—¿Qué rama de la Justicia es la que más le apasiona?
—A las personas que nos apasiona el Derecho nos gustan todas las ramas. En mi caso no me gustaría descartar ninguna porque no sabes si, cuando ejerzas una rama jurídica, te gustará más o menos, ya que una cosa es estudiar y otra cosa ejercer la profesión. No obstante, ahora mismo, tanto las dos grandes ramas como son el Derecho Civil y el Derecho Penal me apasionan. Incluso en los últimos años he descubierto el Derecho Administrativo, que no tiene mucho éxito, pero creo que ejercerlo sería bonito también. Me gustaría tocar todas las ramas.

—En el acto de toma de posesión de jueces serán nombrados para un primer destino. ¿Cuál es el procedimiento para escoger esta plaza?
—Cuando finalizas la Escuela Judicial y la fase de prácticas tuteladas y la fase de sustitución y refuerzo eliges destino en los Juzgados que tengan plazas vacantes. La asignación de los puestos, en la Carrera Judicial en general, se asigna por el requisito de antigüedad. Si hay alguien que tiene más antigüedad dentro del ejercicio de la profesión, y quiere esa plaza, accederá antes que tú. En nuestro caso, como no tenemos ninguna antigüedad, es por orden de nota de la oposición conjuntamente a la obtenida en la Escuela Judicial.

—En el listado de destinos, ¿qué Juzgado sería su principal opción? ¿Se ve ejerciendo en Ibiza?
—Me encantaría y sería mi sueño poder ejercer aquí en mi isla y la verdad es que no es difícil teniendo en cuenta la gran interinidad funcionarial que hay dentro de la Administración Pública. No obstante, por desgracia, nada implica que en el momento que tenga que elegir haya una plaza disponible y que nadie con más nota opte por seleccionar un puesto en la isla.

—¿La especialización de los jueces, por ejemplo en violencia de género, se realiza durante el ejercicio de su cargo?
—Es una combinación entre el Juzgado de Instrucción, responsable de la fase de investigación del proceso penal, y el Juzgado de Familia; es un híbrido entre los dos. Señalarte también que dentro de la Escuela Judicial se incide mucho en la especialización y en los cursos que te forman en violencia sobre la mujer. También tienes muchas ponencias en relación a las agresiones sexuales y en relación al campo del derecho internacional.

—Todavía es muy temprano para hablar sobre sus aspiraciones dentro de la Carrera Judicial, pero, ¿qué retos se ha propuesto?
—No te sabría decir porque nunca sabes qué te puede llegar a ofrecer la vida. Sí que es verdad que soy una persona ambiciosa, que siempre tiene alguna cosa en mente y lucha por ello. No me caracteriza estar sin hacer nada. Pero, de momento, me dejaré llevar por mi carrera y el destino. También es cierto que dentro de esta profesión no me planteo un tope.

—La representación de las mujeres en el Poder Judicial es fundamental y desde hace tiempo la presencia de mujeres es mayoritaria en España. ¿Tiene referentes femeninos dentro de la Justicia?
—Sí, y estamos muy orgullosas. Admiro mucho a Isabel Perelló, que es la presidenta del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial; de hecho fue la presidenta en un tribunal de oposiciones al que me enfrenté. Me enorgullece que una mujer sea la presidenta del Consejo General del Poder Judicial, así como otras mujeres que ocupan cargos en Tribunales Superiores de Justicia. Que haya mujeres en la cúspide de la Administración de Justicia me inspira y me enorgullece, pero referentes como tal no tengo. Sí tengo ejemplos familiares, cuyos caminos quiero seguir.

—¿Quiere compartir quiénes son estas mujeres?
—Son todas las mujeres de mi familia; mujeres muy luchadoras, resilientes y siempre en la búsqueda de su independencia. Todo ello me lo han inculcado a mí y me ha inspirado siempre.

—¿Dudaste en algún momento de este largo recorrido en continuar con las oposiciones?
—Dejé la oposición durante unos cuatro meses hace dos veranos porque son tres exámenes; la primera prueba es de tipo test y los otros dos exámenes son orales ante el Tribunal Supremo. Yo en el año 2022 llegué hasta la última prueba después de estar tres años y medio preparándome. Este tiempo está dentro del progreso normal que se espera de un opositor, por lo tanto, me volví a presentar. Siempre había tenido un progreso moderado, pero ascendiente y en cada convocatoria daba un paso más, pero hace dos años me quedé en el segundo examen, que es la primera prueba oral y el año anterior había superado, entonces en ese momento no entendía el porqué y pensé en dejarlo. Siempre he tenido claro que era mi sueño, pero también que era una profesión más de la que no depende, por ejemplo, la vacuna que te cure de una grave enfermedad. Yo tenía muy claro el límite de salud mental que no iba a sobrepasar porque hay gente que se obsesiona y parece que su vida dependa de ser juez o jueza.

—Hay que ser muy fuerte mentalmente para gestionar los malos momentos durante la oposición.
—Sí. Entonces me dije que este viaje dentro de la oposición había terminado y me vine a Ibiza, ya que yo estaba opositando en Madrid, y tonteé un poco con la idea de ser abogada e incluso estuve un tiempo en un despacho y me gustó la experiencia porque me apasiona el Derecho. Sin embargo, algo dentro de mí no terminaba de encajar debido a la función que desempeñaba. De hecho, un día acompañé a una compañera de trabajo a una audiencia previa al juicio ordinario, que es la antesala de un litigio, y me bastaron cinco minutos para saber que la función que yo quería hacer estaba en medio del estrado y no a los costados. Salí de esa sala y pregunté en Ibiza por preparadores a Judicatura y ese mismo día tuve la suerte de encontrar a mi preparador Gonzalo. Apostó tanto por mí que tenía más miedo de defraudarle a él que incluso a mi familia (Se ríe). Él me hubiese seguido animando tras un resultado negativo, pero creo que esta convocatoria hubiese sido mi último baile.

—Acaba de aterrizar en la Carrera Judicial, pero supongo que es consciente de la falta de recursos y personal en los Juzgados de Ibiza.
—Por lo poco que he visto, creo que adolece un poco, como todas las administraciones, de infraestructuras y de medios; estoy deseando conocer más allá la situación de la sede judicial de la isla. Considero que desde dentro de la propia Administración de Justicia están luchando para remediar y paliar las carencias y avanzar, pero, a veces, reclamas diez medidas y te dan dos.

—¿Quiere lanzar algún mensaje a las personas que estén pensando en realizar estas oposiciones o estén en pleno proceso?
—Esta oposición requiere trabajo duro, constancia y oportunidad. Me gustaría que, si alguna vez tengo que inspirar a alguien, sobre todo a la gente joven, sea para que luchen por sus sueños, pero con trabajo, constancia y capacidad de sacrificio porque algunos jóvenes tienen falta de capacidad de sacrificio y de tolerancia al fracaso y, por eso, desisten cuando la preparación dura mucho tiempo. Por este motivo, yo admiro a todos los opositores, especialmente tanto a las personas que se la sacan en dos años como a los opositores que tardan diez años por su constancia.