Imágenes del gallo ya en edad adulta.

El que se ha convertido en uno de los personajes más populares de Vila, el gallo de la rotonda de Juan XXIII, nació en ses Feixes y se llama Claudio, «como el personaje de dibujos animados», tal como explica Daniel Rial, quien asegura que «yo crie al gallo de la rotonda de Juan XXIII».

Según relata Daniel, quien trabajaba en una de las naves de ses Feixes, el popular gallo nació en 2021. «Un día apareció una gallina gris entre las cañas de Ses Feixes. Empezamos a darle de comer en nuestro almacén y, cuando llegó el invierno, empezó a dormir allí mismo», explica mientras especula sobre el origen de esta gallina: «lo más seguro es que se escapara de una casa al otro lado de la carretera».

«Llegó un momento en que la gallina empezó a comportarse como si estuviera clueca, y me puse en contacto con un amigo que cría gallos de la raza brahma para que me regalara unos huevos», continúa Daniel el relato, hasta acabar explicando que «de los seis huevos que me regaló, nacieron tres polluelos, entre ellos el famoso gallo».

El popular animal en su etapa de polluelo mientras su madre los protege.

Adulto

El gallo creció junto a sus dos hermanas al lado de Daniel y sus compañeros. «Al hacerse adulto se volvió territorial y bastante agresivo; a mí y a mis compañeros nos respetaba, pero podía llegar a atacar a cualquiera que se acercara a ‘sus dominios’». Con humor, Daniel y sus compañeros decidieron darle el nombre del personaje de animación de Warner Brothers: El Gallo Claudio.

Daniel en ses Feixes junto a los animales.

Como gallo adulto y líder del gallinero al aire libre, «nunca los encerramos en corrales; solo cuando eran polluelos para protegerlos». Claudio dio pie a una nueva generación de polluelos junto a la gallina gris que lo incubó. «En esta nueva generación nacieron un par de gallos que, a medida que crecieron, comenzaron a enfrentarse a su padre para convertirse en el macho alfa de la manada», explica Daniel, quien asegura que «cuando los jóvenes se hicieron más fuertes, el gallo Claudio acabó marchándose a vivir entre las cañas y lo perdimos de vista durante un par de años. Yo creía que habría muerto, pero acabó apareciendo en la rotonda». «Me dio mucha alegría ver que seguía vivo», reconoce Daniel, subrayando que «no soy propietario de ningún animal; siempre han sido libres de ir y venir cuando han querido, sin corrales ni verjas» para justificar el hecho de no recuperar al animal.

Respecto a ses Feixes como entorno para estos animales, Daniel explica que «es muy hostil para las personas; es muy difícil moverse entre las cañas. Sin embargo, las gallinas se hacen sus pequeños senderos. Tienen todas las lombrices y hierbas que quieran para comer y pequeños estanques con agua». No obstante, también señala que «hay muchas ratas y, aunque el gallo se enfrente a ellas, suelen atacar a los polluelos, igual que lo hacen las gaviotas».

Visitas

Hace poco más de un año, Daniel tuvo que mudar su almacén. «Los animales se quedaron allí: el gallo, dos gallinas y dos ‘quicas’. Nuestro vecino es quien se encarga ahora de irles dando comida», asegura, mientras subraya que «se las apañan muy bien solos». Daniel reconoce que «suelo ir a verlos de vez en cuando, y hace poco pude ver que han vuelto a tener pollitos». Una nueva generación que esta vez no contará con la protección de Daniel, quien reconoce cierta inquietud, ya que, «no es extraño que en el ambiente salvaje acaben desapareciendo algunos de los pollitos».

Una foto de la juventud de Claudio, el gallo de la rotonda de Juan XXIII.

Respecto al destino del popular gallo de la rotonda de Juan XXIII, Claudio, que el Ayuntamiento de Vila trasladó a una finca del municipio de Sant Joan hace unas semanas, Daniel reconoce que «me da pena porque se había convertido en el rey de la rotonda, pero espero que allí esté bien y que no se pase mucho con quien tenga cerca, ¡que no veas qué carácter tiene!».

Accidente

Cabe recordar que hace dos semanas el gallo Claudio estuvo a punto de provocar un accidente grave en la rotonda en la que llevaba residiendo alrededor de dos años. «Nuestra misión es velar tanto por la seguridad del animal como por la de las personas, por lo que contamos con la ayuda de una empresa especializada para capturarlo y buscamos a alguien que quisiera adoptarlo», relataba Manu Jiménez, concejal del área de Bienestar Animal, la semana pasada a Periódico de Ibiza y Formentera, mientras subrayaba que el bienestar del animal ha sido una de las condiciones para aprobar la adopción. Respecto al resto de la familia de Claudio, el concejal asegura que «por el momento, todavía no hemos podido localizarlos».

La historia de Claudio, el gallo de la rotonda, se ha convertido en una pequeña leyenda local que ha conquistado el corazón de Vila, tal como reflejan las redes sociales en las que incluso ha aparecido un perfil con este personaje. Más allá de su carácter indómito, su presencia representaba una peculiar resistencia a la urbanización, conectando a los habitantes con la naturaleza y la vida más allá del asfalto que, también desde las redes, se reivindica en forma de monumento tras el comentario en tono humorístico del concejal al respecto: «Creo que deberíamos ponerle una estatua en la rotonda».

Ahora, en su nuevo hogar en Sant Joan, Claudio continúa su historia en otro entorno. Su partida deja un vacío simbólico, recordando que, a veces, hasta un gallo puede marcar la diferencia en la identidad de una ciudad.