El nuevo asentamiento en Can Negre con numerosos vehículos. | Alejandro Mellon

Hace ya más de un mes y medio desde que se produjo el desalojo del asentamiento de Can Rova el pasado 31 de julio. Desde entonces han corrido ríos de tinta sobre los sucesos acontecidos, las protestas y manifestaciones realizadas por los antiguos residentes y las medidas anunciadas por las autoridades locales. Mientras tanto, decenas de personas siguen sin poder acceder a una vivienda y han habilitado su residencia temporal en un terreno aledaño a Can Rova, a escasos metros del lugar en el que estuvieron viviendo durante muchos meses.

Dando un paseo por la zona, se puede observar la cotidianidad con la que la mayoría de los residentes pasan sus días, reuniéndose para comer en ‘campings’ improvisados o tendiendo su ropa en rústicos tendederos. La mayoría de las viviendas, sin embargo, han evolucionado. En su mayoría ya no son las rudimentarias tiendas de campaña, sino que suelen ser pequeñas casas levantadas con contrachapado, tratando de simular al máximo una vivienda convencional. Otras de las opciones más frecuentes son las caravanas o autocaravanas, así como algún contenedor ocasional.

Portavoz

Los nuevos residentes han escogido a Richard, una especie de portavoz, para que facilite la comunicación. Tal y como explica a Periódico de Ibiza y Formentera, son plenamente conscientes de que están en un terreno privado por el que no pagan arrendamiento. «Ahora sí nos pueden llamar okupas», ironiza Richard, haciendo alusión a que en el antiguo asentamiento de Can Rova estaban pagando un alquiler a un propietario que ahora podría enfrentarse «a multas millonarias».

Sobre su situación, comenta Richard que han solicitado ayuda a las autoridades, tanto municipales como insulares, pero que estas no han sido respondidas por el momento. Sin embargo, admite que hasta el día de hoy no les han dado mayores problemas en cuanto a su estancia en el terreno, pese a tratarse de una propiedad privada. «La policía ha acudido alguna vez, para cerciorarse de la situación y tomar notas, pero nada más allá de eso», explica Richard.

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Residentes

Con un representante de los residentes en el asentamiento, la mayoría prefieren no dar su nombre a la hora de expresar su opinión sobre la situación. Sin embargo, la mayoría de ellos coincide en que, en este nuevo asentamiento han encontrado un lugar donde poder vivir, relativamente tranquilos, ante la dificultad que supone encontrar una vivienda en la isla. El devenir de la situación sí que les preocupa, porque saben que existe la posibilidad de que, al encontrarse en propiedad privada, el día de mañana vuelvan a ser desalojados y, esta vez sí, no tengan dónde ir.

A muchos les preocupa además el súbito crecimiento de este asentamiento improvisado. «Hasta hace poco éramos entre veinte y treinta. Ahora ya somos cerca de sesenta. Han venido muchos de los antiguos residentes de Can Rova, pero también alguno nuevo que no estaba en el asentamiento», comenta uno de los lugareños, justo en la puerta de la caravana donde vive.

Este hombre está preocupado porque la llegada de más gente pueda provocar que el asentamiento «se vaya de las manos» y pierdan la relativa tranquilidad con la que actualmente conviven.

Vecinos

Los vecinos han integrado ya en su imagen habitual a los residentes de estos asentamientos. Tras meses conviviendo con el crecimiento de Can Rova, ahora ven cómo los terrenos aledaños se van poblando cada día más. Y, al respecto, las opiniones son diversas. Los hay quienes no tienen mayor problema con ellos y que entienden la delicada situación provocada por la crisis de la vivienda. Por otro lado, también están quienes temen que esta proliferación pueda suponer un nuevo asentamiento masivo, como lo fue hasta hace poco el de Can Rova e, incluso, que puedan llegar hasta sus terrenos particulares.